DEVOCIÓN A LA PRECIOSA SANGRE DE JESÚS

JUAN PABLO II SOBRE LA PRECIOSA SANGRE DE JESÚS












"Hemos llegado al último Domingo de junio, mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, mientras que en julio la Iglesia expresa con particular intensidad la devoción a la Preciosísima Sangre de Cristo. Con estas celebraciones espirituales, la tradición invita a fijar la mirada de la fe en el misterio del Amor de Dios, que se ha revelado en la Encarnación del Hijo. A los hombres y a las mujeres de hoy, que, sumergidos en un mundo secularizado, corren el riesgo de perder el centro de gravedad de su propia existencia, Cristo les ofrece su Corazón humano y divino, fuente de reconciliación y principio de vida nueva en el Espíritu Santo..."

Las figuras del Antiguo Testamento referidas a la sangre y a su valor salvífico se han realizado de modo perfecto en Cristo, sobre todo en su Pascua de Muerte y Resurrección. Por esto el misterio de la Sangre de Cristo ocupa un puesto central en la fe y en la salvación. Con el misterio de la Preciosísima Sangre de Cristo se relacionan o remiten al mismo:

-El acontecimiento de la Encarnación del Verbo (cfr. Jn 1,14) y el rito de incorporación del recién nacido Jesús al pueblo de la Antigua Alianza, mediante su Circuncisión (cfr. Lc 2,21);

-La figura bíblica del Cordero, con una multitud de aspectos e implicaciones: "Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29.36); en la que confluye la imagen del "Siervo sufriente" de Isaías 53, que carga sobre Sí los sufrimientos y el pecado de la humanidad (cfr. Is 53,4-5); "Cordero pascual" (cfr. Ex 12,1; Jn 12,36), símbolo de la redención de Israel (cfr. Hech 8,31-35; 1 Cor 5,7; 1 Pe 1,18-20);

-El "Cáliz de la Pasión", del que habla Jesús, aludiendo a su inminente muerte redentora, cuando pregunta a los hijos de Zebedeo: "¿Podéis beber el cáliz que Yo voy a beber?" (Mt 20,22; cfr. Mc 10,38) y el Cáliz de la Agonía del huerto de los olivos (cfr. Lc 22,42-43), acompañado del sudor de Sangre (cfr. Lc 22,44);

-El Cáliz Eucarístico, que en el signo del vino contiene la Sangre de la Alianza nueva y eterna, derramada por la remisión de los pecados, y es memorial de la Pascua del Señor (cfr. 1 Cor 11,25) y bebida de salvación, conforme a las palabras del Maestro: "el que come Mi Carne y bebe Mi Sangre tiene vida eterna y Yo le resucitaré en el último día" (Jn 6,54);

-El acontecimiento de la muerte, porque mediante la Sangre derramada en la Cruz, Cristo puso paz entre el Cielo y la tierra (cfr. Col 1,20);

-El golpe de la lanza que atravesó el Cuerpo de Cristo, de cuyo Costado abierto brotaron Sangre y Agua (cfr. Jn 19,34), testimonio de la Redención realizada, signo de la vida sacramental de la Iglesia –Agua y Sangre, Bautismo y Eucaristía-, símbolo de la Iglesia nacida de Cristo dormido en la Cruz.

Con el misterio de la Preciosísima Sangre de Cristo se relacionan, de modo particular, los títulos de Redentor, porque Cristo con su Sangre inocente y preciosa nos ha rescatado de la antigua esclavitud (cfr. 1 Pe 1,19) y nos "limpia de todo pecado" (1 Jn 1,7); de sumo Sacerdote de los "bienes futuros", porque Cristo "no con sangre de machos cabríos y becerros, sino con su propia Sangre entró una vez para siempre en el santuario, obteniéndonos la redención eterna" (Heb 9,11-12); de Testigo fiel (cfr. Ap 1,5) que hace justicia a la sangre de los mártires (cfr. Ap 6,10), que "fueron inmolados por la Palabra de Dios y por el testimonio que dieron de la misma" (Ap 6,9); de Rey, el cual, Dios, "reina desde el madero", adornado con la púrpura de su propia Sangre; de Esposo y Cordero de Dios, en cuya Sangre han lavado sus vestiduras los miembros de la comunidad eclesial –la Esposa–(cfr. Ap 7,14; Ef 5,25-27).

La extraordinaria importancia de la Sangre de Cristo ha hecho que su memoria tenga un lugar central y esencial en la celebración del misterio del culto: ante todo en el centro mismo de la Asamblea Eucarística, en la que la Iglesia eleva a Dios Padre, en acción de gracias, el "cáliz de la bendición" (1 Cor 10,16) y lo ofrece a los fieles como Sacramento de verdadera y real "comunión con la Sangre de Cristo" (1 Cor 10,16), y también en el curso del Año Litúrgico.

La Iglesia conmemora el misterio de la Preciosísima Sangre de Cristo, no sólo en la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Señor, sino también en otras muchas celebraciones, de manera que la memoria cultual de la Sangre que nos ha rescatado (cfr. 1 Pe 1,18) está presente durante todo el Año. En el Triduo Pascual, el valor y la eficacia redentora de la Sangre de Cristo son objeto de memoria y adoración constante. En el Viernes Santo, durante la adoración de la Cruz, y en el día de Pascua. La fiesta de la Preciosísima Sangre de Cristo se celebra el 1 de Julio.

La veneración de la Sangre de Cristo ha pasado del culto litúrgico a la piedad popular, en la que tiene un amplio espacio y numerosas expresiones. Entre éstas hay que recordar:

-La Corona de la Preciosísima Sangre de Cristo, en la que con lecturas bíblicas y oraciones son objeto de meditación piadosa "Siete efusiones de Sangre" de Cristo, explícita o implícitamente recordadas en los Evangelios: la Sangre derramada en la Circuncisión, en el Huerto de los Olivos, en la Flagelación, en la Coronación de espinas, en la subida al Monte Calvario, en la Crucifixión, en el golpe de la lanza;

-Las Letanías de la Sangre de Cristo: el formulario actual, aprobado por el Papa Juan XXIII el 24 de Febrero de 1960, se despliega desde un argumento en el que la línea histórico-salvífica es claramente visible y las referencias a pasajes bíblicos son numerosas;

-La Hora de adoración a la Preciosísima Sangre de Cristo, que adquiere una gran variedad de formas, pero con un único objetivo: la alabanza y la adoración de la Sangre de Cristo presente en la Eucaristía, el agradecimiento por los dones de la Redención, la intercesión para alcanzar misericordia y perdón, la ofrenda de la Sangre Preciosa por el bien de la Iglesia;

-El Vía Sanguinis: un ejercicio de piedad reciente que, por motivos antropológicos y culturales, ha tenido su origen en África, donde hoy está particularmente extendido entre las comunidades cristianas. En el Vía Sanguinis los fieles, avanzando de un lugar a otro como en el Vía Crucis, reviven los diversos momentos en los que el Señor Jesús derramó su Sangre por nuestra salvación.

(Juan Pablo II . Ángelus. Domingo 28 de junio de 1998)

CARTA APOSTOLICA INDE A PRIMIS* DE SU SANTIDAD JUAN XXIII.... SOBRE EL FOMENTO DEL CULTO A LA PRECIOSISIMA SANGRE DE NUESTRO SENOR JESUCRISTO (Enlace externo)
..."Así, pues, al acercarse la fiesta y el mes consagrado al culto de la Sangre de Cristo, precio de nuestro rescate, prenda de salvación y de vida eterna, que los fieles la hagan objeto de sus mas devotas meditaciones y más frecuentes comuniones sacramentales. Que reflexionen, iluminados por las saludables enseñanzas que dimanan de los Libros Sagrados y de la doctrina de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia en el valor sobreabundante, infinito, de esta Sangre verdaderamente preciosísima, ..de la cual una sola gota puede salvar al mundo de todo pecado, ... Porque, si es infinito el valor de la Sangre del Hombre Dios e infinita la caridad que le impulso a derramarla desde el octavo día de su nacimiento y después con mayor abundancia en la agonía del huerto, en la flagelación y coronación de espinas, en la subida al Calvario y en la Crucifixión y, finalmente, en la extensa herida del costado, como símbolo de esa misma divina Sangre, que fluye por todos los Sacramentos de la Iglesia, es no solo conveniente sino muy justo que se le tribute homenaje de adoración y de amorosa gratitud por parte de los que han sido regenerados con sus ondas saludables.
....En el momento de la elevación en el sacrificio de la Misa, es muy conveniente y saludable suceda la Comunión con aquella misma Sangre indisolublemente unida al Cuerpo de Nuestro Salvador en el Sacramento de la Eucaristía. Entonces los fieles en unión con el celebrante podrán con toda verdad repetir mentalmente las palabras que él pronuncia en el momento de la Comunión: Tomaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor... Que la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo guarde mi alma para la vida eterna.
Ah! Si los cristianos reflexionasen con mas frecuencia en la advertencia paternal del primer Papa:"Vivid con temor todo el tiempo de vuestra peregrinación, considerando que habéis sido rescatados de vuestro vano vivir no con plata y oro, corruptibles, sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha!" [1 Petr. I, 17-19]. Si prestasen más atento oído a la exhortación del Apóstol de las gentes: "Habéis sido comprados a gran precio. Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo" [1 Cor. 6,20].
Cuanto más dignas, más edificantes serian sus costumbres; cuanto más saludable será para el mundo la presencia de la Iglesia de Cristo! Y si todos los hombres secundasen las invitaciones de la gracia de Dios, que quiere que todos se salven [1 Tim. 2,4], pues ha querido que todos sean redimidos con la Sangre de su Unigénito y llama a todos a ser miembros de un único Cuerpo místico, cuya Cabeza es Cristo, cuanto más fraternales serian las relaciones entre los individuos, los pueblos y las naciones; cuanto más pacífica, más digna de Dios y de la naturaleza humana, creada a imagen y semejanza del Altísimo, seria la convivencia social!"
Texto seleccionado procedente de http://w2.vatican.va/content/john-xxiii/es/apost_letters/1960/documents/hf_j-xxiii_apl_19600630_indeaprimis.html#_ednref12" (Enlace externo)

LETANÍA A LA SANGRE PRECIOSA DE CRISTO

Ordenada por el Papa Juan XXIII
El mismo Papa que mandó inscribir en el Ritual de la Iglesia esta letanía nos mandaba también añadir, antes de la reserva del Santísimo Sacramento, la alabanza: ¡Bendita sea su preciosísima Sangre! ¿Por qué?... Esa Sangre por la que fuimos salvados merece una devoción especial. Además, es un reconocimiento agradecido al amor de Jesucristo, que no ahorró ningún sufrimiento a fin de ganarse el amor de nuestros corazones.

Señor Jesucristo, que con tu Sangre limpias el pecado del mundo y nos mereces la salvación.
¡Sálvanos ahora y siempre!
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
-Señor, ten piedad.
-Cristo, óyenos.
-Cristo, escúchanos.
Dios, Padre Celestial, ten piedad.
Dios, hijo Redentor del mundo, ten piedad.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad.
Trinidad Santa, que eres un sólo Dios, ten piedad.
RESCÁTANOS (se repite en cada una)
-Sangre de Cristo, Hijo Unigénito del Eterno Padre.
-Sangre de Cristo, del Verbo de Dios hecho Hombre.
-Sangre de Cristo, de la Nueva y Eterna Alianza.
-Sangre de Cristo, caída en la tierra durante la agonía del Huerto.
-Sangre de Cristo, que corrió abundante durante la flagelación.
-Sangre de Cristo, vertida de la cabeza en la coronación de espinas.
-Sangre de Cristo, derramada en la cruz.
-Sangre de Cristo, precio de nuestra salvación. 
-Sangre de Cristo, con la cual hay redención de los pecados.
-Sangre de Cristo, bebida nuestra en la Eucaristía y baño de las almas.
- Manantial de misericordia
- Río de misericordia
- Lago de misericordia
- Catarata de misericordia
- Mar de misericordia
- Océano de misericordia
Sangre de Cristo
-Sangre de Cristo, victoria sobre el demonio.
-Sangre de Cristo, fuerza de los mártires.
-Sangre de Cristo, vigor de los confesores de la fe.
-Sangre de Cristo que engendra vírgenes.
-Sangre de Cristo, fortaleza de los que peligran.
-Sangre de Cristo, alivio de los que sufren.
-Sangre de Cristo, consuelo en la aflicción.
-Sangre de Cristo, esperanza del pecador.
-Sangre de Cristo, seguridad de los moribundos.
-Sangre de Cristo, paz y delicia de los corazones.
-Sangre de Cristo, prenda de la vida eterna.
-Sangre de Cristo, liberación de las almas del purgatorio.
-Sangre de Cristo, digna de toda gloria y honor.
-Nos has redimido, Señor, con tu Sangre.
-Y has hecho de nosotros un Reino para nuestro Dios
Oremos. Dios todopoderoso y eterno, que te aplacaste con la Sangre de tu Hijo Jesucristo, constituido Redentor del mundo. Al venerar esta Sangre Sagrada, líbranos de todo mal y danos la alegría del cielo. Amén



CONSAGRACION A LA SANGRE PRECIOSA DE JESUCRISTO
(Rezar diariamente meditando)

Consciente de mi nada y de Tu Sublimidad, Misericordioso Salvador, me postro a Tus pies, y Te agradezco por la gracia que has mostrado hacia mí, ingrata criatura.
Te agradezco especialmente por liberarme, mediante Tu Sangre Preciosa, del poder destructor de satanás.
En presencia de mi querida Madre María, mi Ángel Custodio, mi Santo patrono y de toda la corte celestial, me consagro voluntariamente, con corazón sincero, oh queridísimo Jesús, a tu Preciosa Sangre, por la cual has redimido al mundo del pecado, de la muerte y del infierno.
Te prometo, con la ayuda de tu gracia y con mi mayor empeño, promover y propagar la devoción a Tu Sangre Preciosa, precio de nuestra redención, a fin de que Tu Sangre Adorable sea honrada y glorificada por todos.
De esta manera, deseo reparar por mi deslealtad hacia Tu Preciosa Sangre de Amor, y compensarte por las muchas profanaciones que los hombres cometen en contra del Precioso Precio de su salvación.
¡Oh, si mis propios pecados, mi frialdad y todos los actos irrespetuosos que he cometido contra Ti, oh Santa y Preciosa Sangre, pudieran ser borrados! He aquí, querido Jesús, que te ofrezco el amor, el honor y la adoración que tu Santísima Madre, tus fieles discípulos y todos los santos han ofrecido a tu Preciosa Sangre.
Te pido que olvides mi falta de fe y frialdad del pasado, y que perdones a todos los que te ofenden.
¡Oh Divino Salvador, rocíame a mí y a todos los hombres con tu Preciosa Sangre, a fin de que te amemos, oh Amor Crucificado, de ahora en adelante con todo nuestro corazón, y que dignamente honremos el Precio de nuestra salvación! Amén.
Bajo Tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas que te hacemos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todos los peligros, ¡oh Virgen Gloriosa y Bendita!




Índice de REZA EL SANTO ROSARIO*