Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
 
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:
 
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
 
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
 
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
 
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.
 
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
 
Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.
 
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
 
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
 
Tú vendrás algún día,
como juez universal.
 
Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.
 
Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.
 

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.
 
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
 
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
 
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
 
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
 
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
 
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.


SALMOS DEL INVITATORIO

Salmo 23: Entrada solemne de Dios en su templo

Las puertas del cielo se abren ante Cristo
que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
Él la fundó sobre los mares,
Él la afianzó sobre los ríos.
 
—¿Quién puede subir al monte del Señor?
  ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
 
 —El hombre de manos inocentes
    y puro corazón,
    que no confía en los ídolos
    ni jura contra el prójimo en falso.
    Ése recibirá la bendición del Señor,
    le hará justicia el Dios de salvación.
 
 —Éste es el grupo que busca al Señor,
 que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
 
 ¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
 
—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, héroe valeroso;
  el Señor, héroe de la guerra.
 
 ¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas;
va a entrar el Rey de la gloria.
 
—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 66: Que todos los Pueblos alaben al Señor

Sabed que la salvación de Dios
se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
 
 Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
 
 Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
 
 Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
 
 La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
Animaos los unos a los otros, día
tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3, 13)

 Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
 
 Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
 
 Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
 
 Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón + como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
 
 Durante cuarenta años
   aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;”
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos
entonen un himno de victoria (S. Atanasio)

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
 
 Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
 
 Entrad por sus puertas con acción de gracias;
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
 
 «El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

CÁNTICOS EVANGÉLICOS:

Laudes:


Benedictus       Lc 1, 68-79

El Mesías y su Precursor
 Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Vísperas:


Magníficat        Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo.
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Índice de REZA EL SANTO ROSARIO*