Afectos de amor a Jesucristo

Jesús amabilísimo, que por tantos medios habéis procurado ganar el amor de mi pobre corazón; oíd los suspiros de este indigno siervo vuestro, que os pide perdón de todos sus pecados y os dice con toda sinceridad:
Con todo mi corazón, os amo, dulcísimo Jesús.
Con toda mi alma, os amo, dulcísimo Jesús.
Con todo mi espíritu, os amo, dulcísimo Jesús.
Con todas mis fuerzas, os amo, dulcísimo Jesús.
Sobre todos los bienes de la tierra, os amo, dulcísimo Jesús.
Sobre todos los placeres del mundo, os amo, dulcísimo Jesús.
Sobre todas las dignidades y honores, os amo, dulcísimo Jesús.
Sobre todos los deudos y amigos, os amo, dulcísimo Jesús.
Más que a mí mismo, os amo, dulcísimo Jesús.
Más que a todos los Ángeles y Santos, os amo, dulcísimo Jesús.
Más que a cuanto existe fuera de Vos, os amo, dulcísimo Jesús.
Porque sois infinitamente bueno, os amo, dulcísimo Jesús.
Porque sois infinitamente santo, os amo, dulcísimo Jesús.
Porque sois infinitamente hermoso, os amo, dulcísimo Jesús.
Porque sois infinitamente sabio, os amo, dulcísimo Jesús.
Porque sois infinitamente grande, os amo, dulcísimo Jesús.
Porque sois infinitamente misericordioso, os amo, dulcísimo Jesús.
Porque sois infinito en vuestras perfecciones y atributos, os amo, dulcísimo Jesús.
Por el amor con que nos creasteis y nos conserváis, os amo, dulcísimo Jesús.
Por el amor con que os hicisteis Niño y nacisteis en un establo, os amo, dulcísimo Jesús.
Por el amor con que os sometisteis a todas las miserias humanas, menos al pecado, os amo, dulcísimo Jesús.
Por el amor con que sufristeis ser azotado, coronado de espinas, escarnecido y crucificado, os amo, dulcísimo Jesús.
Por el amor con que instituisteis el santísimo Sacramento del Altar, os amo, dulcísimo Jesús.
Por el amor que os movió a darnos a María por Madre, os amo, dulcísimo Jesús.
Por el amor con que instituisteis la Iglesia con su Jerarquía y sus Sacramentos, os amo, dulcísimo Jesús.
Por los infieles que no os conocen, os amo, dulcísimo Jesús.
Por los herejes y cismáticos que os niegan, os amo, dulcísimo Jesús.
Por los incrédulos e impíos que os blasfeman, os amo, dulcísimo Jesús.
Por los malos cristianos que os ofenden, os amo, dulcísimo Jesús.
Por las almas tibias y desamoradas que amargan vuestro Corazón, os amo, dulcísimo Jesús.
Por los demonios y condenados del infierno, que nunca tendrán la dicha de amaros, os amo, dulcísimo Jesús.
En la paz y en la tribulación, os amaré, dulcísimo Jesús.
En la abundancia y en la pobreza, os amaré, dulcísimo Jesús.
En la prosperidad y en la desgracia, os amaré, dulcísimo Jesús.
En la honra y en el desprecio, os amaré, dulcísimo Jesús.
En la alegría y en la tristeza, os amaré, dulcísimo Jesús.
En la vida y en la muerte, os amaré, dulcísimo Jesús.
En el tiempo y en la eternidad, os amaré, dulcísimo Jesús.
Que os ame mucho, os pido, dulcísimo Jesús.
Que os ame siempre, os pido, dulcísimo Jesús.
Que muera en vuestro amor, os pido, dulcísimo Jesús.
Que por amor cumpla vuestros Mandamientos y siga vuestros consejos, os pido, dulcísimo Jesús.
Que me concedáis ganaros muchas almas para que todos os amemos, os pido, dulcísimo Jesús.
Que enviéis a vuestra Iglesia grandes Santos, Apóstoles de vuestro amor. os pido, dulcísimo Jesús.

Oración. Oh Dios, que prometisteis a vuestros amadores bienes invisibles; infundid en nuestros corazones el afecto de vuestro amor, para que, amándoos en todas y sobre todas las cosas, consigamos el cumplimiento de vuestras promesas, superiores a todo deseo. Vos que vivís y reináis por todos los siglos de los siglos. Amén.

Corona de actos de Amor y Desagravios

Dios mío, venid en mi auxilio.
Señor, apresuraros a socorrerme.
Gloria sea al Padre.
Gloria al Eterno Hijo.
Gloria al Espíritu Santo.
Por los siglos de los siglos.
Amén.
Decena primera
  1. Quisiera, Dios mío, que mi corazón reuniera los amores de todos los corazones, para con ellos amaros todos los instantes de este mundo y eternamente en el Cielo...
  2. Querría llorar mis pecados con el dolor correspondiente a su malicia...
  3. Feliz de mí si pudiera dar mi sangre para que todos os amasen...
  4. Pártaseme de dolor el corazón, y muera yo de pesar de haber ofendido a un Dios tan bueno como Vos...
  5. Muera yo en este mismo instante, Dios mío, con el fuego de vuestra caridad, si he de pasar la vida sin que toda la emplee en amaros y serviros...
  6. Quisiera que se juntase en mi corazón todo el dolor que se repartió en todos los Santos penitentes...
  7. Ya que no puedo, mi Jesús, amaros como debéis ser amado, os ofrezco vuestro amor, pues sólo éste es el que puede ser igual a vuestra amabilidad...
  8. Querría, si fuese posible, llorar mis culpas con el mismo dolor con que Vos llorasteis las de todo el mundo...
  9. ¡Oh Dios mío! Abrasad mi corazón, inflamadle todo, que yo sea todo amor...
  10. ¡Qué dichoso sería yo, si muriese de dolor de haber ofendido a un Dios que por mí murió a la violencia de los dolores en una Cruz!...
    Gloria Patri...
Decena segunda
  1. La gracia que os pido, Dios mío, es que siempre os ame y termine mi vida en los más vivos ardores de vuestro amor....
  2. Haced, Dios mío, que el exceso de dolor me haga derramar en lágrimas hasta la última gota de mi sangre...
  3. ¡Oh Dios! Derrítase mi alma en vuestro amor cantando la grandeza de vuestras misericordias...
  4. Romped, Dios mío, mi corazón en tantos pedazos cuantos pecados he cometido...
  5. Dulce Jesús, mi deseo es acabar mi vida al pie de vuestros altares y morir de amor en vuestra presencia...
  6. Si he de volver al pecado, os pido por gracia me hagáis morir, pues más quiero morir que ofenderos...
  7. Señor, os amo más que a mí mismo; os amo con todo mi corazón; ¡oh bien infinito! Os amo, sí, dejádmelo repetir, os amo...
  8. ¡Oh Padre celestial! Tened misericordia de mí: acordaos que mis pecados ya fueron castigados en la inocente Persona de vuestro Unigénito Hijo...
  9. ¡Oh mi Amor y mi Todo! Hacedme la gracia de no pensar en otra cosa que en Vos, de no desear sino a Vos; de no trabajar sino para Vos...
  10. ¡Oh mi amabilísimo Jesús! Quiero tener un dolor tan inmenso como tuvieron un San Pedro, un San Pablo y una Magdalena en el tiempo de su mayor arrepentimiento.
    Gloria Patri...
Decena tercera
  1. Quisiera, oh buen Jesús, tener millones de corazones, tantos como gotas y arenas tiene el mar, y en cada uno de ellos el amor de todos los Serafines para amaros...
  2. Quiero que el dolor despedace mi corazón en que se forjó el desatino de trocar el Criador por la criatura...
  3. ¡Oh Amor infinito! ¡Bondad inmensa!, ¡inefable Hermosura!, os amo sobre todo cuanto hay que amar sólo porque sois digno de ser amado...
  4. Quisiera, Dios mío, tener al pecado el mismo odio que Vos le tenéis...
  5. Quisiera, Dios mío y Jesús mío, amaros más que todos los justos, todos los Santos, todos los bienaventurados, todos los Ángeles y más abrasados Serafines...
  6. He pecado contra Vos, oh mi Dios, tened piedad de mí; y pues no menospreciáis un corazón contrito y humillado, os digo con toda sinceridad, que me pesa de haberos ofendido..
  7. Mi dulce Jesús, si yo no sé daros mi corazón, tomadle Vos mismo, llenadle de vuestro amor y no permitáis que me separe ya más de Vos...
  8. Quiero tener el corazón tan contrito que, no pudiendo sufrirlo dentro del pecho, muera de sentimiento...
  9. ¡Oh Jesús!, ¿a quién querría amar yo en lugar vuestro? ¿Quién, como Vos, dio su vida por mi salvación?
  10. ¡Oh Dios infinito, que mostráis vuestra omnipotencia principalmente en perdonar al pecador!, perdonadme y tened misericordia de mí...
    Gloria Patri...
Decena cuarta
  1. Jesús mío, yo os amo; Vos sois el tesoro, la vida de mi alma; yo me abandono y me doy todo enteramente a Vos, y quiero amaros para siempre...
  2. Dulce Salvador mío, cuya bondad no tiene límites, consumid, os suplico, todas mis iniquidades en el fuego de vuestro amor...
  3. Quisiera, Dios y Jesús mío, amaros con el mismo amor con que os amó y ama vuestra Madre y mi Señora María Santísima...
  4. Querría antes padecer todos los males del mundo que volver a ofenderos...
  5. Amable Jesús, sed el solo dueño de mi corazón, poseedle todo enteramente; que mi alma no ame sino a Vos, y que no busque cómo agradar sino a Vos...
  6. Haced, Jesús mío, por la virtud de los dolores de vuestra crucifixión, que todo mi consuelo sea llorar mis pecados como la Magdalena al pie de la Cruz...
  7. Os amo, mi dulce Jesús, con toda el alma, corazón, potencias, sentidos y fuerzas, y querría amaros aún más...
  8. ¡Oh, quién me diera que todos los poros de mi cuerpo se convirtieran en fuentes de lágrimas para llorar las ofensas que os he hecho!...
  9. Yo me arrojo y abismo mil veces en el volcán infinito de vuestro amor, en donde Dios y todos los bienaventurados se abrasan eternamente...
  10. Me desvié del Dios que me crió, del Padre que me sustentó, del Redentor que con la sangre de sus venas me redimió ¡oh, qué desvío! ¿En dónde estáis, lágrimas de sangre, para llorar tan desmedida ingratitud?...
    Gloria Patri...
Decena quinta
  1. Yo os amaré, Dios de mi amor, o me arrancaré el corazón si no os da todo su amor...
  2. ¡Oh mi Señor Jesucristo! no permitáis que se malogre en mí el fruto de vuestra preciosa sangre; usad conmigo de vuestra gran misericordia...
  3. Dulcísimo Salvador mío, quiero amaros tanto, que me parece poco reventárseme el pecho como a San Felipe Neri, ni hervirme las entrañas como a Santa María Magdalena de Pazzis...
  4. Dios mío, olvidad todos los pecados de mi juventud, perdonadme mis pecados secretos y ajenos; hacedme la gracia de que no os ofenda jamás...
  5. ¡Oh adorable Salvador mío! siendo infinitamente amable por el conjunto de todas las perfecciones, ¿cómo podré negaros mi corazón? Os lo consagro mil veces todo entero...
  6. Llorad, ojos míos, llorad, haced salir dos fuentes de agua viva que no se agoten para lavar las manchas tan negras con que me he manchado...
  7. Mi intención es, Dios mío, amaros con aquel amor con que os amaron San Agustín, San Francisco Javier, San Luis Gonzaga, San Francisco de Sales, Santa Teresa de Jesús, Santa María Magdalena de Pazzis, Santa Catalina de Siena...
  8. Quiero ser todo vuestro para siempre, la gracia de hacer siempre la voluntad de Dios.
  9. Os amo, oh Dios de amor, Dios de bondad, Dios de misericordia, os amo con toda la intensidad de mi corazón, con todas las fuerzas de mi alma, con toda la capacidad de mi ser...
  10. ¡Oh dulcísimo Jesús! os pido perdón un millón de veces y os prometo, mediante el auxilio de vuestra gracia, no ofenderos nunca jamás y serviros con la mayor fidelidad...
    Gloria Patri...

CORONA EN HONOR DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Oh Dios, humildes pedimos vengáis en nuestro favor.
Venid pronto en nuestro auxilio, os lo rogamos Señor.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Oh amantísimo Jesús mío; al pensar en vuestro Corazón tan bondadoso y al verlo tan lleno de piedad y compasión por los pecadores, el mío se alegra y llena de confianza de ser bien acogido por Vos. ¡Ay de mí! ¡Cuántos pecados he cometido! Mas ahora, los lloro, como Pedro y Magdalena, los lloro y los detesto, porque con ellos os he ofendido a Vos, que sois el soberano bien.
Ea, pues, perdonadme y concededme, por vuestro Divino Corazón, el morir antes que volver a ofenderos; y, si vivo, viva sólo para amaros.
Un Padrenuestro, y cinco Gloriapatris.

Oh dulce Corazón de Jesús; haced que os ame siempre más y más.
Bendigo, oh Jesús mío, vuestro humildísimo Corazón y os doy gracias porque, al dármelo por modelo, no sólo me instáis vivamente a imitarlo, sino que también, a costa de tantas humillaciones vuestras, me enseñáis y allanáis el camino. ¡Qué locura y qué ingratitud la mía! ¡Oh, cuánto me he apartado de Vos!
Perdonadme. No más soberbia, que yo no quiero sino seguiros con humilde corazón entre las humillaciones, y alcanzar la paz y la salvación. Dadme, Señor, fortaleza y bendeciré eternamente vuestro Corazón.
Un Padrenuestro, y cinco Gloriapatris.

Oh dulce Corazón de Jesús, haced que os ame siempre más y más.
Al contemplar, amado, Jesús mío, vuestro mansísimo Corazón, el mío, que tan poco se le parece, me causa horror. ¡Ah! Cuántas veces con sólo una sombra, con un gesto, con una palabra de contradicción, me turbo y me quejo.
Perdonadme, Señor, mis ímpetus y haced que de aquí en adelante, en toda contrariedad que tuviere, imite yo vuestra inalterable mansedumbre y que, de esta suerte, llegue a gozar de perpetua paz.
Un Padrenuestro, y cinco Gloriapatris.

Oh dulce Corazón de mi Jesús, haced que os ame siempre más y más.
Alaben todos, oh Jesús, con cánticos de gloria vuestro generosísimo Corazón, vencedor de la muerte y del infierno, porque dignísimo es de toda alabanza. Yo me confundo ahora más que nunca viendo cuán débil soy, pues un simple qué dirán o cualquier otro respeto humano, me causa temor.
Pero no será más así; dadme Vos valor y fuerza, para que, combatiendo y venciendo en la tierra, triunfe después con Vos gozoso en el Cielo.
Un Padrenuestro, y cinco Gloriapatris.

Oh dulce Corazón de mi Jesús, haced que os ame siempre más y más.
Volvamos ahora la mirada a María, y, consagrándonos devotamente a Ella, digámosle, confiados en su Corazón maternal:
Por las inefables excelencias de vuestro dulcísimo Corazón, oh gran Madre de Dios y Madre mía, alcanzadme una verdadera y sólida devoción al Corazón de vuestro Hijo Jesús, de modo que, encerrado en Él con todos mis pensamientos y afectos, cumpla con mis deberes y sirva con alegría a Jesús, especialmente en este día.

Oh Corazón de Jesús,
en nuestro amor inflamado,
sea nuestro corazón
en vuestro amor abrasado.
ORACIÓN.Os suplicamos, Señor, que nos inflame el Espíritu Santo en aquel fuego que nuestro Señor Jesucristo envió a la tierra desde lo íntimo de su Corazón y con el que quiso vehementemente que se abrasara el mundo. El que siendo Dios, vive y reina con Vos, en unión del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Oración para pedir una buena muerte
Señor mío Jesucristo, por aquella agonía y mortal congoja que tuviste en el huerto y por aquella Sangre que sudaste cuando se te presentaron mis pecados y los de todos los hombres del mundo, te suplico me otorgues una buena muerte y me confortes en la postrera hora para que no prevalezca mi enemigo contra mí. La vida se me va acabando, Señor, y cuando más vivo, más me acerco a la muerte y no sé cuándo, ni dónde, ni en que estado me tomará, ni con qué género de muerte tengo que acabar el curso de esta mi peregrinación. Tú, Dios mío, en cuyo poder están los tiempos y momentos de todas las cosas, lo sabes; no te pido una larga vida, sino buena vida; no quieta y sosegada muerte, sino cristiana muerte; muerte dichosa, muerte feliz, muerte que sea fin de las muertes que padecemos los mortales en esta lastimosa vida, y principio y puerta de la vida inmortal.
Bien, sé, Señor, que no la merezco; mas tu Sangre, tu Pasión y tu infinita misericordia suplan lo que yo por mis gravísimas culpas desmerezco. No me lleves, Señor, de esta vida hasta que me hayas mirado con ojos blandos y me restituyas tu gracia; no me lleves hasta que me hayas dado tu dulce amor y prendas de la gloria que me compraste con tu Sangre, que con tenerte a mi lado, todas las potestades infernales no podrán prevalecer contra mí.
Asísteme en aquel riguroso trance, Redentor mío; pon entre Ti y mis pecados tu Sangre, abrásalos con el incendio de tu inmensa caridad, cúbrelos con el velo de tu misericordia, anégalos con el abismo sin fondo de tu piedad y salva mi alma afligida y piadosa, por la cual tantos y tan duros tormentos padeciste muriendo en la Cruz. Amén.

Novena al Corazón de María

Día 1. – ¡Oh Corazón de María, cuya grandeza testifica y admira el universo!; extendedla sobre nosotros, haciéndonos igualmente grandes de corazón; alcanzadnos valor, Madre querida, para olvidar toda suerte de ingratitud, y ser todo para todos, a fin de ganarlos para Jesucristo. Para conseguir esta y demás gracias, os saludaremos con cinco Avemarías y otras tantas deprecaciones.
Día 2. – ¡Oh María, oh Madre nuestra! Vos tenéis un Corazón amabilísimo, porque estáis llena de caridad, porque dominasteis con toda perfección las pasiones: alcanzadnos fortaleza para recordar y guardar siempre la ley de la caridad, con la cual seremos también amables.
Día 3. – ¡Madre llena de compasión, hacednos compasivos! Vuestro Corazón no puede ver sin conmoverse el dolor y la miseria: encended el nuestro en la más ardiente caridad, que nos mueve a remediar las necesidades espirituales y temporales, propias y de nuestros prójimos.
Día 4. – ¡Amabilísima Madre! Vos obrasteis siempre con el mayor fervor; y Vos conocéis mi flojedad, pereza y apatía, con las cuales no puedo agradar a Dios, a quien produce náuseas la tibieza. Yo acudo, Madre mía, a Vos para que me saquéis de tan miserable estado. Así como comunicasteis vuestro fervor a Isabel y a Juan, dispensadme la misma gracia...
Día 5. – ¡Santísima Madre mía! Vos, incomparablemente más que ninguna otra criatura, fuisteis limpia de corazón; Vos resplandecéis más en pureza que todos los justos y todos los Ángeles: Vos por la hermosura de Corazón enamorasteis al Altísimo y lo atrajisteis a vuestro seno. Alcanzadnos, Señora, esa pureza de corazón; rogad por nosotros, para que sepamos vencer nuestras malas inclinaciones y vivir con el candor de que Vos fuisteis adornada, a fin de que podamos ver a Dios y morar con Él eternamente.
Día 6. – ¡Virgen soberana, Reina y Madre llena de mansedumbre! Vuestro Corazón mansísimo reprende al nuestro tan inmortificado: queremos imitaros; desde hoy nos proponemos reprimir los movimientos de ira y practicar la mansedumbre: alcanzadnos, Señora, la gracia que para esto necesitamos.
Día 7. – ¡Oh Virgen humildísima! ¡Vos sois Señora, y os llamáis esclava; Vos sois elegida para el lugar más distinguido, y pretendéis el último: Vos conocéis el mérito de la humildad, y por eso la arraigáis en vuestro Corazón y la practicáis constantemente: alcanzadme esos sentimientos de humildad de que Vos seáis animada; haced que os imite en esa humildad de corazón de que me dais tan brillantes ejemplos.
Día 8. – ¡Madre pacientísima! Por la multitud y vehemencia de vuestros dolores, os suplicamos nos alcancéis la paciencia y resignación que necesitamos, para sufrir con mérito las amarguras y penalidades que nos afligen. Señora, la paciencia nos es necesaria para alcanzar la gloria del Cielo. Vos nos disteis el ejemplo más admirable de ella, interceded por nosotros, para que sepamos imitaros.
Día 9. – ¡Madre mía amabilísima! Vos conocéis bien mi cobardía y debilidad, que por desgracia me han acompañado casi siempre; por el admirable valor que tanto os distinguió, os ruego que infundáis en mi corazón la fortaleza necesaria para confesar la fe, para guardar la santa Ley de Dios, y para prescindir de todo respeto humano en la práctica de las virtudes.
Oración final
¡Oh santísimo e Inmaculado Corazón de María! Aquí me presento, esperando que me concederéis el perdón de mis pecados, la perseverancia final y cuantas gracias Vos sabéis que necesito para servir a Dios y a Vos con toda fidelidad y amor. También os suplico por la conversión de los pobres pecadores: compadeceos, Señora, de su triste situación; iluminadlos con la luz, que es vuestro Hijo; concededles la gracia de una verdadera contrición de sus pecados, y encended en sus pechos una hoguera de verdadera caridad.
Y por ser yo el más miserable de todos, me juzgo con derecho para desde este valle de lágrimas saludaros, diciendo: Madre mía, he aquí vuestro hijo; Madre mía, he aquí a vuestro hijo; Madre mía, he aquí a vuestro hijo; confío que mis quejidos conmoverán vuestro compasivo Corazón.
Rogando por los pecadores.
¡Oh Corazón de María!, compadeceos de los incrédulos; despertad a los indiferentes; dad la mano a los desesperados; convertid a los blasfemos y profanadores de los días del Señor. Ave María.
¡Oh Corazón de María!, aumentad la fe de los pueblos; fomentad la piedad; sostener las familias verdaderamente católicas; apagad los odios y venganzas en que se abrasa el mundo. Ave María.
¡Oh Corazón de María!, salvad a los mundanos, purificad a los deshonestos, volved a buen camino a tantas víctimas del vicio y del error. Ave María.
¡Oh Corazón de María!, convertid a todos los perseguidores de la Iglesia; dirigid a patronos y obreros; iluminad con luz celestial a los malos escritores y gobernantes; santificad a los malos católicos. Ave María.
¡Oh Corazón de María!, suscitad muchos y santos Sacerdotes y Misioneros que trabajen en la conversión de los pecadores y en la salvación de las almas de todo el mundo; y dadnos a todos la perseverancia final en el santo amor y temor de Dios. Amén. Ave María.
Plegaria al Inmaculado Corazón de María.
¡Oh Corazón de María!, el más amable y compasivo de los corazones después del de Jesús. Trono de las misericordias divinas a favor de los miserables pecadores; yo, reconociéndome sumamente necesitado, acudo a Vos, en quien el Señor ha puesto todo el tesoro de sus bondades, con plenísima seguridad de ser por Vos socorrido.
Vos sois mi refugio, mi amparo, mi esperanza; por esto os digo y os diré en todos mis apuros y peligros: ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
Cuando la enfermedad me aflija, o me oprima la tristeza, o la espina de la tribulación llague mi alma, ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
Cuando el mundo, el demonio y mis propias pasiones coligadas para mi eterna perdición, me persigan con sus tentaciones y quieran hacerme perder el tesoro de la divina gracia, ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
En la hora de mi muerte, en aquel momento espantoso de que depende mi eternidad, cuando se aumenten las angustias de mi alma y los ataques de mis enemigos, ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
Y cuando mi alma pecadora se presente ante el tribunal de Jesucristo para rendirle cuenta de toda su vida, venid Vos a defenderla y a ampararla, y entonces, ahora y siempre, ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
Estas gracias espero alcanzar de Vos, ¡oh Corazón amantísimo de mi Madre!, a fin de que pueda veros y gozar de Dios en vuestra compañía por toda la eternidad en el Cielo. Amén.

AFECTOS DE AMOR AL CORAZÓN DE MARÍA

¡Oh María!, Madre mía amabilísima, recibid, os suplico, los desahogos de mi alma herida de vuestro amor, que reconociendo en Vos al ser más amable después de Dios, os dice fervorosa:
Augusta Madre de Dios, os amo con todo mi corazón.
Dulcísima Madre mía, os amo con todo mi corazón.
Reina y Señora mía, os amo con todo mi corazón.
Vida, Dulzura y Esperanza mía, os amo con todo mi corazón.
Corredentora mía, os amo con todo mi corazón.
Protectora y Abogada mía, os amo con todo mi corazón.
Pastora y Maestra mía, os amo con todo mi corazón.
Alegría y gozo de mi alma, os amo con todo mi corazón.
Todo mi Tesoro después de Jesucristo, os amo con todo mi corazón.
Corazón mío y alma mía, os amo con todo mi corazón.
Porque Dios os hizo tan santa, os amo con todo mi corazón.
Porque Dios os hizo tan buena, os amo con todo mi corazón.
Porque Dios os hizo tan bella y agraciada, os amo con todo mi corazón.
Porque Dios os hizo tan amable y compasiva, os amo con todo mi corazón.
Porque Dios os hizo tan clemente y piadosa, os amo con todo mi corazón.
Porque Dios os hizo tan grande y humilde, os amo con todo mi corazón.
Porque Dios os hizo tan sabia y poderosa, os amo con todo mi corazón.
Porque Dios os hizo tan perfecta en todas vuestras virtudes, os amo con todo mi corazón.
Por los infieles que no os conocen, os amo con todo mi corazón.
Por los herejes que han sido siempre vuestros enemigos, os amo con todo mi corazón.
Por los malos cristianos que han perdido vuestra devoción, os amo con todo mi corazón.
Por los infelices réprobos, condenados a no amaros nunca, os amo con todo mi corazón.
Por vuestra eterna predestinación me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.
Por vuestra Inmaculada Concepción y por los privilegios admirables con que en ella fuisteis enriquecida, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.
Por vuestra absoluta preservación de todo pecado, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.
Por vuestra íntegra y perpetua virginidad, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.
Por vuestra divina maternidad, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.
Por la resurrección de vuestro cuerpo y Asunción en cuerpo y alma al Cielo, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.
Por la gloria que gozáis, sólo inferior a la de Jesús, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.
Por el amor que os tienen todos los buenos cristianos en la tierra, y todos los Ángeles y Santos en el Cielo, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.
Por las alabanzas que en el Cielo y en la tierra resuenan en honor vuestro, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.
Por los milagros que Dios hace para glorificar vuestras imágenes y confirmar vuestro culto, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.
Por las excelencias de vuestro Corazón que no alcanzan las inteligencias humanas ni angélicas, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.
Que me alcancéis amaros mucho, os suplico, dulcísima Madre mía.
Que me alcancéis amaros siempre, os suplico, dulcísima Madre mía.
Que me alcancéis imitaros para ser mejor hijo de vuestro Corazón, os suplico, dulcísima Madre mía.
Que me alcancéis ganar muchos corazones para vuestro amor, os suplico, dulcísima Madre mía.
Que me alcancéis morir con vuestro nombre en los labios y vuestro amor en el corazón, os suplico, dulcísima Madre mía.
Que me alcancéis estar muy cerca de Vos en el Cielo, os suplico, dulcísima Madre mía.

Oh Jesús, que hicisteis tan amable a María y que en la persona de San Juan nos la disteis por Madre, conceded a los que nos gloriamos de ser sus hijos, que la amemos tierna y fervorosamente, para llegar así con más eficacia y prontitud a amaros a Vos, que con el Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis por los siglos. Amén.

Consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María
(Del Papa Pío XII)
¡Oh Reina del Santísimo Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del género humano, vencedora de todas las batallas de Dios!
Ante vuestro trono nos postramos suplicantes, seguros de impetrar misericordia y de alcanzar gracia y oportuno auxilio en las presentes calamidades, no por nuestros méritos, de los que no presumimos, sino sólo por la inmensa bondad de vuestro maternal Corazón.
En esta hora grave de la historia humana, a Vos, a vuestro Corazón nos entregamos, no sólo en unión de la santa Iglesia, cuerpo místico de vuestro Jesús, que sufre en tantas partes y de tantos modos atribulada y perseguida, sino también con todo el mundo, que sufre atroces discordias, abrasado en incendios de odio, víctima de sus propias iniquidades.
Que os conmuevan tantas ruinas materiales y morales, tantos dolores, tantas angustias, tantas almas en peligro de perderse eternamente. Vos, oh Madre de misericordia, alcanzadnos de Dios la reconciliación cristiana de los pueblos, y sobre todo, obtenednos aquellas gracias que pueden convertir en un momento los corazones humanos, las gracias que preparen, consoliden y aseguren la paz. Reina de la paz, rogad por nosotros y dad al mundo la paz en la verdad, en la justicia y en la caridad de Cristo, dadle especialmente la paz de las almas, para que en la tranquilidad del orden se dilate el Reino de Dios.
Conceded vuestra protección a los infieles y a cuantos yacen aún en las tinieblas de la muerte; concededles la paz, y haced que brille para ellos la luz de la verdad y puedan repetir con nosotros, ante el único Salvador del mundo; Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
A los pueblos separado por el error o por la discordia, especialmente a aquellos que os profesan singular devoción, dadles la paz y volvedlos al único redil de Cristo bajo un solo y verdadero Pastor.
Obtened paz y libertad completa para la Iglesia santa de Dios; defendedla de sus enemigos; contened el inundante diluvio de la inmoralidad; fomentad en los fieles el amor de la pureza, la práctica de la vida cristiana y el celo apostólico, a fin de que aumente en número y en méritos el pueblo de los que sirven a Dios.
Finalmente, así como fueron consagrados al Corazón de vuestro Jesús la Iglesia y todo el género humano, para que, puestas en Él todas las esperanzas, fuera para ellos fuente inexhausta de victoria y de salvación, de igual modo, también nos consagramos para siempre a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, oh Madre nuestra, Reina del mundo, para que vuestro amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de Dios, y todas las gentes, pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen de un polo al otro de la tierra el eterno Magnificat de amor, de reconocimiento al Corazón de Jesús, en solo el cual pueden hallar la verdad, la vida y la paz.

Consagración de las familias al Inmaculado Corazón de María

Oración
Inmaculado Corazón de María, Madre de Dios y Madre nuestra; entrad hoy en esta familia que desea consagrarse para siempre a Vos. ¡Oh la más tierna de las Madres! Al recibiros en nuestra casa, os decimos que queremos ser los más leales, los más obedientes, los más obedientes, los más fervorosos de vuestros hijos. Ya que venís a formar parte de esta familia, socorrednos en todas nuestras necesidades, espirituales y corporales; rogad siempre por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte. ¡Oh María!, mostrad que sois nuestra Madre. ¡Oh Madre!, aquí tenéis a vuestros hijos.
Acto de consagración
¡Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra! La familia aquí reunida se consagra hoy a vuestro Inmaculado Corazón, para que reinéis en nuestra casa, con la presencia entre nosotros de vuestra sagrada imagen, con vuestra protección maternal en los días de alegría y dolor, y siempre con vuestro espíritu, modelo de todas las virtudes.
Os consagramos nuestro ser y nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestras almas, nuestro hogar y nuestra familia, cuanto amamos y cuanto tenemos. Deseamos que todo lo que nos rodea pertenezca a Vos y participe de vuestras maternales bendiciones.
Y para que esta Consagración sea eficaz y duradera, renovamos a vuestros pies las Promesas del Bautismo, y nos comprometemos a profesar siempre las verdades de la fe, a vivir como católicos verdaderos, observando los Mandamientos de Dios y de la Iglesia y a santificar nuestra vida con las prácticas de la religión cristiana, especialmente con la frecuente recepción de los Santos Sacramentos.
Dignaos, ¡oh tierna Madre nuestra!, tomar plena posesión de este hogar; estableced en él el reinado de vuestro Inmaculado Corazón, a fin de acelerar y asegurar el reinado del Corazón de vuestro adorable Hijo Jesús. Amén.

Ofrecimiento diario
¡Oh Virgen y Madre de Dios!
Yo me entrego por hijo vuestro; y en honor y gloria de vuestra pureza, os consagro mi alma y cuerpo, potencias y sentidos, y os suplico me alcancéis la gracia de no cometer jamás pecado alguno. Amén.
¡Madre mía, aquí tenéis a vuestro hijo!
¡Madre mía, aquí tenéis a vuestro hijo!
¡Madre mía, aquí tenéis a vuestro hijo!
En Vos, Madre mía, he puesto mi confianza, jamás quedaré confundido. Amén.
Madre mía, libradme del pecado mortal.
Refugio de pecadores, rogad por nosotros.
¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!

Sagrados Corazones
Sagrado Corazón de Jesús e Inmaculado Corazón de María haced mi corazón semejante al Vuestro.