En muchos países se comienza el Rosario con la Señal de la cruz, el Credo de los Apóstoles y tres Avemarías.
De ordinario se reza diariamente un tercio: cinco veces diez Avemarías.
Los lunes y sábados, se meditan los cinco misterios gozosos; los martes y viernes, los dolorosos; los jueves, los luminosos; y los miércoles y domingos, los gloriosos.
De esta manera reflexionamos periódicamente sobre los santos misterios que constituyen el fundamento de la vida cristiana: la encarnación del Hijo de Dios, como comienzo de nuestra salvación; su obediencia, como modelo de nuestra vida; su pasión y muerte, como precio de nuestra redención; su resurrección y ascensión al cielo, como prueba de su divinidad; la venida del Espíritu Santo, que nos asiste y nos da sus dones; la glorificación de la humilde Virgen María, que es la primera criatura santificada por Cristo y nos ha sido dada como madre amorosa.
El Rosario es la más popular de las devociones. Enseñado
por la Virgen a Santo Domingo de Guzmán, según piadosamente se cree, ha sido
practicado por todos los santos y por todos los devotos de la Divina Señora,
mereciendo ser llamado la contraseña del Devoto de María.
Si entre ellos quieres ser contado, no dejes pasar ni un solo día sin ofrecer
a la Reina del cielo este obsequio gratísimo a ella.
En las apariciones de Fátima, la Virgen Santísima insistió mucho sobre el
rezo del santo Rosario. ¡Qué espectáculo tan agradable a Dios ofrece una
familia, reunida en santa intimidad y rezando devotamente el Rosario!
¡Procura que la tuya sea una de éstas!.
Ponte en presencia del Señor: mentalmente piensa que te estás dirigiendo a Dios, sé humilde, estás ante el Creador.
Comienza en la Cruz de tu Rosario, signándote (por la señal de la Santa Cruz... ; en el nombre del Padre... ) y haciendo un acto de contrición (le pides al Señor perdón por tus faltas y pecados).
Continúa con el Credo.
Pasa a la primera cuenta del rosario y dirígete al Padre con el Padrenuestro.
Después las tres Avemarías para que el Señor te conceda acrecentar las virtudes teologales: FE, ESPERANZA Y CARIDAD.
De ahí a la cuenta siguiente separada de las otras tres, donde rezas el Gloria al Padre.
Anuncia ahora el primer misterio en la medallita. Medítalo.
Comienza las oraciones: un Padrenuestro, diez Avemarías correspondientes a cada una de las diez cuentas, el Gloria al Padre y una oración final que puede ser la de Fátima.
Has llegado a la cuenta que está entre las dos de diez. Allí anuncias el segundo misterio, lo meditas y rezas el Padrenuestro. Nuevamente las diez Avemarías, el Gloria al Padre y la oración final.
Así con los misterios tercero, cuarto y quinto hasta que llegas nuevamente a la medallita. En total cinco misterios. Si lo rezas entero tendrías que continuar tres veces más haciendo el recorrido con los dedos, pasando las cuentas.
Se suele finalizar con las letanías, al que le siguen un Padrenuestro, Avemaría y Gloria por las intenciones del Papa, y el Dios te Salve.
Nota: se llama misterio tanto a la meditación de una parte de la vida de nuestro Salvador: Gozosos, Luminosos, Dolorosos y Gloriosos; como a las cinco partes en que se divide cada uno de ellos. Por ejemplo, es misterio los gozosos, que a su vez se compone de 5 misterios: La Encarnación, la Visitación, el Nacimiento, la Presentación y Jesús perdido y hallado en el Templo.
La señal de la Cruz
Por la señal de la
santa cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios nuestro.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, como era en un
principio ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.
Acto de contricción
¡Señor mío Jesucristo!, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido, y también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca mas pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Amén.
El Credo - Profesión de fe
Creo en Dios Padre
todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo,
Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació
de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue
crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día
resucitó de entre los muertos, subió al cielo y está sentado a la derecha de
Dios Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los
Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida
eterna, Amén.
Padrenuestro
Es ésta la primera de todas las oraciones,
porque nos la enseñó el mismo Dios, hecho Hombre por amor nuestro. La Iglesia
hace continuamente uso de ella.
Padre nuestro que
estás en el cielo. Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de
cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que
nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal, Amén.
Avemaría
La primera parte de esta oración, llamada
oración angelical, está formada de dos versículos de la Sagrada Escritura, y
son las palabras que dijeron a María el ángel y Santa Isabel.
La segunda parte es de la Iglesia y constituye un acto de fe en la Divina
Maternidad de María y una súplica dirigida a la misma celestial Señora por el
pueblo cristiano.
Dios te salve,
María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas
las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de
Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Gloria al Padre
Son estas breves palabras un himno de
gloria y alabanza que entona continuamente la Iglesia a la Santísima
Trinidad. Bueno sería inclinar un poco la cabeza al pronunciarlas
Gloria al Padre y
al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en un principio ahora y siempre y por
los siglos de los siglos, Amén.
Oración de Fátima
Jesús mío,
perdónanos; líbranos del fuego del infierno; lleva al cielo a todas las almas
y socorre especialmente a las que tienen más necesidad de tu misericordia.
Oración final
Bajo tu amparo nos
acogemos, Santa Madre de Dios. No desprecies las oraciones que te dirigimos
en nuestras necesidades, más líbranos de todo peligro, oh virgen gloriosa y
bendita.