EL SANTO ROSARIO

Introducción

El Santo Rosario es una devoción suavísima y utilísima; es la margarita preciosa entre las devociones a la Virgen María, devoción llena de perfumes y de luz, que aviva la fe, endulza las lágrimas, aumenta la alegría, inflama la caridad, remedia los males y llena de resignados consuelos el corazón de los creyentes.

Rosario quiere decir vergel de rosas, y esto es precisamente esta devoción, tan consoladora y tan difundida en la iglesia católica. Su nombre es debido a la piadosa tradición que refiere, que un santo religioso se imaginaba, que cada vez que rezaba a la Virgen un Avemaría, salía de sus labios una rosa, y que, recogiéndolas la misma Señora, formaba con ellas una corona y la colocaba sobre la frente de su devoto.
Los elementos que integran esta devoción no pueden ser más escogidos:

vergel de rosas
AHÍ TIENES A TUS HIJOS.
AHÍ TENÉIS A VUESTRA MADRE.

HACED LO QUE JESÚS OS DICE.
El Padrenuestro,que es la oración divina, enseñada por Jesucristo, y en la que se contienen las principales peticiones que debe el cristiano hacer a Dios, como a su Padre.
El Avemaría, que encierra el mensaje celestial llevado por el Arcángel San Gabriel a la Virgen de Nazaret, y guardado con veneración por San Lucas en su Evangelio.
Con estas palabras del Avemaría los santos santificaron sus labios, los mártires pidieron protección a la Reina de todos ellos, los doctores como San Ildefonso, encontraron una fórmula perfecta de alabanza, de amor, de respeto y de súplica, y, con las mismas, los monjes iluminaban las austeridades de su vida.
El Gloria Patri, que nos traslada a la celestial Jerusalén, y nos recuerda el himno que hemos de entonar a Dios en nuestra eternidad bienaventurada; y las Letanías lauretanas, que son como un regaladísimo mosaico de alabanzas y de grandezas, que tan solo merece y posee la Reina de los Cielos.
Y para esmaltar todas estas oraciones vocales escogidas, se junta a las mismas el pensamiento reflexivo, que se eleva hasta Dios mismo, por la meditación de los misterios augustos de nuestra Religión, relacionados con la vida, con las alegrías, con las penas, y con la glorificación de la Virgen María.
Pues con todos estos elementos está formado el Santo Rosario, que, según la liturgia, es "cierta manera de oración en la cual decimos quince decenas de Avemarías, precedidas de un Padrenuestro, meditando en cada una de las decenas uno de los misterios de nuestra Redención".
El origen de estas quince decenas lo encontramos en la práctica de los antiguos fieles y religiosos que, por no saber latín, rezaban, en vez de los 150 salmos de David, otras tantas Avemarías; práctica que organizó el alma apostólica y emprendedora de Santo Domingo de Guzmán en el siglo XIII.
Los Sumos Pontífices, viendo la eficacia que semejante devoción tenía para alcanzar del cielo favores sobrenaturales, la enriquecieron con grandes tesoros de indulgencias, para que así se difundiese entre los cristianos; motivo que debe convencer a todo buen católico para no dejar, ni un solo día, de elevar hasta el trono de la madre de Dios esta práctica devoción, eficacísima; mientra haya pasiones que dominar, peligros que apartar y penas que consolar, será una necesidad del alma creyente acudir a la protección poderosísima de la Virgen María y enriquecer el pobre entendimiento humano con las luces que irradian, en medio de las tinieblas, los grandes misterios de la vida de Jesucristo y de su Madre Santísima.
Tanto para ganar las indulgencias concedidas, como para obtener el fruto deseado en el rezo del Santo Rosario, es necesario ocupar la mente en la consideración de los Misterios correspondientes a cada decena, y pasar el rosario de cuentas; además conviene tener recogidos los sentidos, estar en posición reverente, y pronunciar con pausa y respeto las diferentes oraciones vocales de que consta.

Señor Dios nuestro; dirigid todos nuestros pensamientos, palabras y obras a mayor honra y gloria vuestra. Y vos, Virgen Santísima, alcanzadnos de vuestro Hijo, que con toda devoción recemos vuestro Santísimo Rosario; el cual os lo ofrecemos por la exaltación de la santa Fe católica, por nuestras necesidades espirituales y corporales y por el bien y sufragio de los vivos y difuntos que sean de vuestro agrado y de nuestra mayor obligación.

CARTA APOSTÓLICA ROSARIUM VIRGINIS MARIAE DEL SUMO PONTÍFICE JUAN PABLO II AL EPISCOPADO, AL CLERO Y A LOS FIELES SOBRE EL SANTO ROSARIO (enlace externo al Vaticano).

¿Cómo se reza el Santo Rosario?

aprende a rezar el Santo Rosario

En muchos países se comienza el Rosario con la Señal de la cruz, el Credo de los Apóstoles y tres Avemarías.
De ordinario se reza diariamente un tercio: cinco veces diez Avemarías.
Los lunes y sábados, se meditan los cinco misterios gozosos; los martes y viernes, los dolorosos; los jueves, los luminosos; y los miércoles y domingos, los gloriosos.
De esta manera reflexionamos periódicamente sobre los santos misterios que constituyen el fundamento de la vida cristiana: la encarnación del Hijo de Dios, como comienzo de nuestra salvación; su obediencia, como modelo de nuestra vida; su pasión y muerte, como precio de nuestra redención; su resurrección y ascensión al cielo, como prueba de su divinidad; la venida del Espíritu Santo, que nos asiste y nos da sus dones; la glorificación de la humilde Virgen María, que es la primera criatura santificada por Cristo y nos ha sido dada como madre amorosa.
El Rosario es la más popular de las devociones. Enseñado por la Virgen a Santo Domingo de Guzmán, según piadosamente se cree, ha sido practicado por todos los santos y por todos los devotos de la Divina Señora, mereciendo ser llamado la contraseña del Devoto de María.
Si entre ellos quieres ser contado, no dejes pasar ni un solo día sin ofrecer a la Reina del cielo este obsequio gratísimo a ella.
En las apariciones de Fátima, la Virgen Santísima insistió mucho sobre el rezo del santo Rosario. ¡Qué espectáculo tan agradable a Dios ofrece una familia, reunida en santa intimidad y rezando devotamente el Rosario! ¡Procura que la tuya sea una de éstas!.

Ponte en presencia del Señor: mentalmente piensa que te estás dirigiendo a Dios, sé humilde, estás ante el Creador.
Comienza en la Cruz de tu Rosario, signándote (por la señal de la Santa Cruz... ; en el nombre del Padre... ) y haciendo un acto de contrición (le pides al Señor perdón por tus faltas y pecados).
Continúa con el Credo.
Pasa a la primera cuenta del rosario y dirígete al Padre con el Padrenuestro.
Después las tres Avemarías para que el Señor te conceda acrecentar las virtudes teologales: FE, ESPERANZA Y CARIDAD.
De ahí a la cuenta siguiente separada de las otras tres, donde rezas el Gloria al Padre.
Anuncia ahora el primer misterio en la medallita. Medítalo.
Comienza las oraciones: un Padrenuestro, diez Avemarías correspondientes a cada una de las diez cuentas, el Gloria al Padre y una oración final que puede ser la de Fátima.
Has llegado a la cuenta que está entre las dos de diez. Allí anuncias el segundo misterio, lo meditas y rezas el Padrenuestro. Nuevamente las diez Avemarías, el Gloria al Padre y la oración final.
Así con los misterios tercero, cuarto y quinto hasta que llegas nuevamente a la medallita. En total cinco misterios. Si lo rezas entero tendrías que continuar tres veces más haciendo el recorrido con los dedos, pasando las cuentas.
Se suele finalizar con las letanías, al que le siguen un Padrenuestro, Avemaría y Gloria por las intenciones del Papa, y el Dios te Salve.
Nota: se llama misterio tanto a la meditación de una parte de la vida de nuestro Salvador: Gozosos, Luminosos, Dolorosos y Gloriosos; como a las cinco partes en que se divide cada uno de ellos. Por ejemplo, es misterio los gozosos, que a su vez se compone de 5 misterios: La Encarnación, la Visitación, el Nacimiento, la Presentación y Jesús perdido y hallado en el Templo.

La señal de la Cruz

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios nuestro.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.

Acto de contricción

¡Señor mío Jesucristo!, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido, y también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca mas pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Amén.

El Credo - Profesión de fe

Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna, Amén.

Padrenuestro

  Es ésta la primera de todas las oraciones, porque nos la enseñó el mismo Dios, hecho Hombre por amor nuestro. La Iglesia hace continuamente uso de ella.

Padre nuestro que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal, Amén.

Avemaría

  La primera parte de esta oración, llamada oración angelical, está formada de dos versículos de la Sagrada Escritura, y son las palabras que dijeron a María el ángel y Santa Isabel.
La segunda parte es de la Iglesia y constituye un acto de fe en la Divina Maternidad de María y una súplica dirigida a la misma celestial Señora por el pueblo cristiano.

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Gloria al Padre

  Son estas breves palabras un himno de gloria y alabanza que entona continuamente la Iglesia a la Santísima Trinidad. Bueno sería inclinar un poco la cabeza al pronunciarlas

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en un principio ahora y siempre y por los siglos de los siglos, Amén.

Oración de Fátima

Jesús mío, perdónanos; líbranos del fuego del infierno; lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las que tienen más necesidad de tu misericordia.

Oración final

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, más líbranos de todo peligro, oh virgen gloriosa y bendita.


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