SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Acto para desagraviar y consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús

¡Oh Corazón clementísimo de Jesús, divino propiciatorio por el cuál prometió el Eterno Padre que oiría siempre nuestras oraciones! Yo me uno con Vos para ofrecer a Vuestro Eterno Padre este mi pobre y mezquino corazón, contrito y humillado en su divino acatamiento, y deseo reparar cumplidamente sus ofensas, en especial las que recibís de continuo en la Eucaristía, y señaladamente las que yo por mi desgracia también he cometido.
Quisiera, divino Corazón, lavar con lágrimas y borrar con sangre de mis venas las ingratitudes con que todos hemos pagado vuestro tierno amor.
Junto mi dolor, aunque leve, con aquella angustia mortal que os hizo en el huerto sudar sangre a la sola memoria de nuestros pecados. Ofrecédselo, Señor, a vuestro Eterno Padre unido con vuestro amabilísimo Corazón. Dadle infinitas gracias por los grandes beneficios que nos hace continuamente, y supla vuestro amor nuestra ingratitud y olvido.
Concededme la gracia de presentarme siempre con gran veneración ante el acatamiento de vuestra divina Majestad, para resarcir de algún modo las irreverencias y ultrajes que en vuestra presencia me atreví a cometer; y que de hoy en adelante me ocupe con todo mi conato, en atraer con palabras y ejemplos muchas almas que os conozcan y gocen las delicias de vuestro corazón.
Desde este momento me ofrezco y dedico del todo a dilatar la gloria de este sacratísimo y dulcísimo Corazón. Le elijo por el blanco de todos mis afectos y deseos, y desde ahora para siempre constituyo en él mi perpetua morada, reconociéndole, adorándole y amándole con todas mis ansias, como que es el Corazón de mi amabilísimo Jesús, de mi Rey y Soberano Dueño, Esposo de mi alma, Pastor y Maestro, verdadero amigo, amoroso Padre, Guía segura, firmísimo Amparo y Bienaventuranza. Amén.

Ejercicio de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús

Corazón Sagrado de Jesús, humildemente postrado delante de Vos, venimos a renovaros nuestra consagración, resueltos a reparar los ultrajes de los hombres, por un aumento de fidelidad y de amor hacia Vos.
-Sí, Jesús mío, lo juramos.
Cuanto más se blasfeme de vuestros misterios.
-Más lo creeremos. ¡Oh Corazón de Jesús!
Cuanto más se esfuerce la impiedad en arrebatarnos nuestras inmortales esperanzas.
-Más esperaremos en Vos, ¡Oh Corazón, única esperanza de los mortales!
Cuanto más resistan a vuestros divinos atractivos los corazones ingratos.
-Más os amaremos, ¡Oh Corazón infinitamente amable de Jesús!
Cuanto más olvidadas y quebrantadas sean vuestras santas Leyes.
-Mas las observaremos, ¡Oh Corazón Santísimo de Jesús!
Cuanto más despreciados y abandonados sean vuestros Sacramentos.
-Con más amor y respeto los recibiremos, ¡Oh Corazón generoso de Jesús!
Cuanto más desconocidas sean vuestras adorables virtudes.
-Más nos esforzaremos en practicarlas, ¡Oh Corazón modelo de virtudes!
Cuanto más trabaje el infierno en la pérdida de las almas.
-Más nos inflamaremos en el deseo de su salvación. ¡Oh Corazón de Jesús lleno de oprobios!
Cuanto más blasfemen los impíos contra los privilegios seculares con que enriquecisteis a vuestra amante Madre, y nuestra.
-Tanto más la honraremos, ¡Oh Corazón amabilísimo de Jesús!, invocándola cual Madre nuestra y Virgen Inmaculada
Cuanto la Iglesia, vuestra Esposa, y vuestro Vicario el Romano Pontífice, sean más despreciados, perseguidos y humillados.
-Tanto más los veneraremos, jurándoles fidelísima obediencia, ¡Oh Corazón obedientísimo de Jesús!
Corazón de nuestro Dios, dadnos una gracia tan grande y tan eficaz, que podamos ser vuestros discípulos y apóstoles en medio del mundo, y que seáis nuestra corona en la bienaventurada, eternidad. Así sea.
¡Oh Dios tres veces Santo! Os adoro, os amo y os bendigo por el Sagrado Corazón de Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar, y os ofrezco por las benditas manos de la Inmaculada Virgen María, todas las Sagradas Hostias que hay en nuestros altares y tabernáculos, en sacrificio de expiación, reparación y desagravios por todos los sacrilegios, profanaciones, blasfemias, impiedades y crímenes con que sois ultrajado en todo el Universo. Así sea.

PRIMER VIERNES DE MES

Entre las muchas y ricas promesas que Jesucristo hizo a los que fuesen devotos de su Sagrado Corazón, siempre ha llamado la atención la que hizo a los que comulgasen en honra suya nueve primeros viernes de mes seguidos. Es tal, que todos la conocen con el nombre de la Gran Promesa.
La Devoción al Corazón divino de Jesucristo se empezó a practicar, en su esencia, ya en los principios de la iglesia, pues los Santos tuvieron muy presente, al honrar a Jesucristo, que había manifestado su Corazón, símbolo de su amor en momentos augustos. Con todo, esta devoción, en su forma actual, se debe a las revelaciones que el mismo Jesucristo hizo a Santa Margarita María (1649-1690), sobre todo cuando el 16 de junio de 1657, descubriéndole su Corazón, le dijo:
«He aquí este Corazón que ha amado tanto a los hombres, que no ha omitido nada hasta agotarse y consumirse para manifestarles su amor, y por todo reconocimiento, no recibe de la mayor parte más que ingratitudes, desprecios, irreverencias y tibiezas que tienen para mí en este sacramento de amor. »
Entonces fue cuando el divino Maestro dió a su servidora el encargo de que se tributase culto a su Corazón y la misión de enriquecer al mundo entero con los tesoros de esta devoción santificadora. El objeto y el fin de esta devoción es honrar al Corazón adorable de Jesucristo, como símbolo del amor de un Dios para nosotros; y la vista de este Sagrado Corazón, abrasado de amor por los hombres, y al mismo tiempo despreciado de estos, nos ha de mover a amarle nosotros y a reparar la ingratitud de que es objeto.

Entre las prácticas que comprende esta devoción, conformes con el fin de la misma, sobresale la de la Comunión de los nueve primeros viernes de mes seguidos, para conseguir además la gracia de la penitencia final, según promesa hecha por el mismo Sagrado Corazón a Santa Margarita María, para todos los fieles.
He aquí la promesa:
Un viernes, durante la Sagrada Comunión, dijo estas palabras a su devota esclava:
«Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que mi amor todopoderoso concederá a todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos la gracia final de la penitencia; no morirán en pecado ni sin recibir los sacramentos, y mi divino Corazón les será asilo seguro en aquel último momento. »

Lo que es necesario hacer para obtener esta gracia

Comulgar nueve primeros viernes de mes seguidos en gracia de Dios, con intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús.

Lo que conviene hacer para obtener esta gracia

Además de esto, para celebrar bien los primeros viernes en honra del Corazón de Jesús, conviene, aunque no es necesario, honrar al Corazón Divino con algunas devociones, ora solemnes, como suelen usarse en el Apostolado; ora privadas, según la devoción de cada uno.

Cómo puede hacerse

Por la mañana se puede tener Comunión general a buena hora, y a la tarde una función más o menos breve y solemne al Corazón de Jesús exponiendo al Santísimo, explicando o leyendo la intención del mes, o algo acerca de ella, rezando las letanías o algún acto de desagravios o de consagración. Caso de no poderse hacer esto a la tarde, se puede hacer todo a la mañana en la Misa de Comunión o en la Misa vespertina si la hay.
Cuando no hay función o culto público o no puede uno asistir a él, hágase en particular lo que se hace por otros en público. Para lo cual se puede rezar la oración que se expone más adelante, y además las letanías del Corazón de Jesús o alguna consagración al Corazón de Jesús.

Promesas principales hechas por el Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita de Alacoque:

  1. A las almas consagradas a mi Corazón, les daré las gracias necesarias para su estado.
  2. Daré la paz a las familias.
  3. Las consolaré en todas sus aflicciones.
  4. Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte
  5. Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas
  6. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia
  7. Las almas tibias se harán fervorosas
  8. Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección
  9. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada.
  10. Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos
  11. Las personas que propaguen esta devoción, tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él.
  12. A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final.

Ofrecimiento

Jesús mío dulcísimo, que en vuestra infinita y dulcísima misericordia prometisteis la gracia de la perseverancia final a los que comulgaren en honra de vuestro Sagrado Corazón nueve primeros viernes de mes seguidos: acordaos de esta promesa, y a mí, indigno siervo vuestro, que acabo de recibiros sacramentado con este fin e intención, concededme que muera detestando todos mis pecados, esperando en vuestra inefable misericordia y amando la bondad de vuestro amantísimo y amabilísimo Corazón. Amén.
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, tened piedad de nosotros.
Padrenuestro...
Corazón de Jesús, rico en todos los que os invocan, tened piedad de nosotros.
Padrenuestro...
Corazón de Jesús, esperanza de los que mueren en Vos, tened piedad de nosotros.
Padrenuestro...

Acto de confianza en el Corazón de Jesús

Oh Corazón de Jesús, Dios y Hombre verdadero, delicia de los Santos, refugio de los pecadores y esperanza de los que en Vos confían; Vos nos decís amablemente: Venid a mí; y nos repetís las palabras que dijisteis al paralítico: Confía, hijo mío, tus pecados te son perdonados, y a la mujer enferma: Confía, hija mía, tu fe te ha salvado, y a los Apóstoles: Confiad, yo soy no temáis.
Animado con estas vuestras palabras, acudo a Vos con el corazón lleno de confianza, para deciros sinceramente y de lo más íntimo de mi alma: Corazón de Jesús, en Vos confío.
En mis alegrías y tristezas, Corazón de Jesús, en Vos confío.
En mis prosperidades y adversidades, Corazón de Jesús, en Vos confío.
En mis negocios y empresas, Corazón de Jesús, en Vos confío.
En las necesidades de mi familia, Corazón de Jesús, en Vos confío.
En las tentaciones del demonio, Corazón de Jesús, en Vos confío.
En las instigaciones de mis propias pasiones, Corazón de Jesús, en Vos confío.
En las persecuciones de mis enemigos, Corazón de Jesús, en Vos confío.
En las tribulaciones y calumnias, Corazón de Jesús, en Vos confío.
En mis enfermedades y dolores, Corazón de Jesús, en Vos confío.
En mis defectos y pecados, Corazón de Jesús, en Vos confío.
En la santificación y salvación de mi alma, Corazón de Jesús, en Vos confío.
Siempre y en toda ocasión, Corazón de Jesús, en Vos confío.
En vida y en muerte, Corazón de Jesús, en Vos confío.
En tiempo y eternidad, Corazón de Jesús, en Vos confío.
En vuestro mismo tribunal, Corazón de Jesús, en Vos confío.

Fórmula de la Consagración de las familias

¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Vos manifestasteis a Santa Margarita María el deseo de reinar sobre las familias cristianas; venimos, pues, hoy a proclamar vuestro absoluto reinado sobre la nuestra. De hoy en adelante queremos vivir de vuestra vida, queremos que en el seno de esta familia florezcan las virtudes a que prometisteis la paz en la tierra y queremos desterrar de nosotros el espíritu mundano. Vos habéis de reinar en nuestros entendimientos por la sencillez de la fe, y en nuestros corazones por el amor a Vos solo, en el cual arderán para Vos, procurando mantener viva esta llama con la frecuente Comunión de la Divina Eucaristía.
Dignaos, oh Corazón Divino, presidir nuestras reuniones, bendecir nuestras empresas espirituales y temporales, apartar nuestros cuidados, santificar nuestras alegrías, dulcificar nuestras penas. Si alguna vez alguno de nosotros tiene la desgracia de ofenderos, recordadle, oh Corazón de Jesús, que sois bueno y misericordioso con los pecadores arrepentidos. Y cuando suene la hora de la separación, cuando venga la muerte a lanzar el duelo en medio de nosotros, todos, así los que se vayan como los que se queden, estaremos conformes con vuestros eternos decretos. Nos consolaremos pensando que ha de venir un día en que toda la familia, reunida en el Cielo, podrá cantar eternamente vuestras glorias y vuestros beneficios.
Dignaos, Corazón Inmaculado de María, dígnese el glorioso Patriarca San José, presentar esta consagración y recordárnosla todos los días de nuestra vida. Amén.

Consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús (prescrita por S.S. Pío XI)

Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano, miradnos humildemente postrados delante de vuestro altar: vuestros somos y vuestros queremos ser; y a fin de poder vivir más estrechamente unidos con Vos, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a vuestro Sacratísimo Corazón.
Muchos, por desgracia, jamás os han conocido; muchos, despreciando vuestros mandamientos, os han desechado. ¡Oh Jesús benignísimo!, compadeceos de los unos y de los otros y atraedlos a todos a vuestro Corazón Santísimo.
Oh Señor, sed Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Vos, sino también de los pródigos que os han abandonado: haced que vuelvan pronto a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de miseria. Sed Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Vos: devolvedlos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que en breve se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor. Sed Rey de los que permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la idolatría o del islamismo; dignaos atraerlos a todos a la luz de vuestro reino.
Mirad finalmente con ojos de misericordia a los hijos de aquel pueblo que en otro tiempo fue vuestro predilecto; descienda también sobre ellos, bautismo de redención y de vida, la Sangre que un día contra sí reclamaron.
Conceded, oh Señor, incolumidad y libertad segura a vuestra Iglesia; otorgad a todos los pueblos la tranquilidad en el orden; haced que del uno al otro confin de la tierra no resuene sino esta voz:
Alabado sea el Corazón divino, causa de nuestra salud; a El se entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Dulce Corazón de Jesús, haced que cada día os ame más.