¡Levantate y anda!
Juan13,14-15, 34-35
Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.
«Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros.
En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros»












¡LEVANTATE Y ANDA!

Una vez, en mi angustia, clamé fuertemente al Señor, y le dije: "¡Dios mío, ayúdame! Mi vida no vale nada y se me escapa de las manos. Quiero ser feliz, quiero encontrar el sentido..."
El Señor me miró fijamente, con enormes ojos compasivos. Y entonces, con una sonrisa llena de amor, me tomó de la mano y me dijo: "¡Levántate y anda!"

Yo me quedé confundido y consternado. Le dije:
"...pero Señor, yo soy solamente un niño, un joven. ¿Cómo me mandas a mí?"
Eso ya lo sé. No digas que eres un niño, porque yo te he escogido desde antes que nacieras para ser Mi Hijo, y te he regalado mi Espíritu, que habita en ti.¡Levántate y anda!

"...pero Señor, yo soy ignorante, no sé nada, no soy sabio."
Eso ya lo sé. Mi Padre no ha escogido ni a sabios ni a poderosos para llevar su mensaje. Sólo quiere hombres y mujeres dispuestos a decir que sí para actuar en ellos, y se goza en tu sencillez y pobreza.¡Levántate y anda!

"...pero Señor, yo no sé hablar, no tengo lengua suelta."
Eso ya lo sé. Yo te voy a ayudar. El Espíritu Santo pondrá en tu boca palabras sabias para que puedas confortar a tus hermanos, y te recordará todo lo que has aprendido de mí. ¡Levántate y anda!

"...pero Señor, tengo muchas ocupaciones, no tengo tiempo."
Eso ya lo sé. Pero cuanto me regales de ti, yo te prometo que yo te lo multiplicaré al ciento por uno, incluido tu tiempo.¡Levántate y anda!

"...pero Señor, el camino es muy difícil, lleno de piedras y cuesta arriba."
Eso ya lo sé. Yo mismo ya lo he recorrido, hasta la Cruz. Pero el camino del cielo es así, para que cuando mueras conmigo, también resucites conmigo y seas heredero de mi gloria. Además, yo estaré contigo todos los días de tu vida, para ayudarte. ¡Levántate y anda!

"...pero Señor, yo soy un pecador, no soy ningún santo, yo no puedo."
Eso ya lo sé. No me importan tus pecados, me importas TU, y te amo como eres.
Es necesario que así des testimonio de mi acción en ti, y los demás reconozcan que Dios fortalece a los débiles, y así seas un signo de esperanza. ¡Levántate y anda!

"...pero Señor, hay mucho odio, mucha soledad, el mundo no te quiere ni quiere escuchar tu mensaje."
Eso ya lo sé. Pero quiero que tu vayas, te escuchen o no te escuchen. Es necesario que la luz brille en las tinieblas, y desde tu bautismo tu eres luz del mundo y sal de la tierra. ¡Levántate y anda!

"...pero Señor, ya soy muy anciano. ¿Qué puedes esperar de mí?"
Eso ya lo sé. Si Abraham y Sara e Isabel y Zacarías pudieron tener un hijo en su vejez, yo puedo también obrar milagros enormes en ti para que des mucho fruto, si tu lo quieres y me crees. Además, necesito de tu experiencia y de tu sabiduría para compartirla a los demás. ¡Levántate y anda!

"...pero Señor, yo no te pedí eso, te pedí la felicidad y el sentido."
Con gran compasión e infinito amor, me abrazó, y me dijo al oído: ESO YA LO SÉ. Pero tu felicidad se encuentra escondida en Dios, y para alcanzarla en esta vida, tienes que vivir la misión que mi Padre te ha encomendado, tal cual hice Yo. Y cuando la completes, yo mismo te estaré esperando en Mi casa, que es la de mi Padre y es tuya, con una corona para ti, por ser un siervo fiel y bueno.
Yo estoy contigo. Por favor, ¡LEVÁNTATE Y ANDA!

No dije más. Me enjugué las lágrimas, y tomado de su mano me levanté, y me puse a caminar. No sé que pase mañana, no sé que hará el Señor de mí. Pero hoy sé que mi vida no sería tan feliz ni tendría sentido si el Señor no me hubiera dado la mano, me hubiera levantado y me hubiera encomendado una misión, la cual hoy amo con toda mi vida.
Y tú, ¿quieres ser feliz y tener sentido en la vida?

Me lanzo hacia adelante, en busca de la meta y del trofeo al que Dios, por medio de Cristo Jesús, nos llama desde el cielo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 8-14, 18-21
Hermanos: Pienso que nada vale la pena en comparación con el bien supremo, que consiste en conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por cuyo amor he renunciado a todo y todo lo considero como basura, con tal de ganar a Cristo y de estar unido a él, no porque haya obtenido la justificación que proviene de la ley, sino la que procede de la fe en Cristo Jesús, con la que Dios hace justos a los que creen.

Y todo esto para conocer a Cristo, experimentar la fuerza de su resurrección, compartir sus sufrimientos y asemejarme a él en su muerte, con la esperanza de resucitar con él de entre los muertos.

No quiero decir que haya logrado ya ese ideal o que sea ya perfecto, pero me esfuerzo en conquistarlo, porque Cristo Jesús me ha conquistado. No, hermanos, considero que todavía no lo he logrado. Pero eso sí, olvido lo que he dejado atrás, y me lanzo hacia adelante, en busca de la meta y del trofeo al que Dios, por medio de Cristo Jesús, nos llama desde el cielo....
18Porque muchos viven según os dije tantas veces, y ahora os lo repito con lágrimas, como enemigos de la cruz de Cristo, 19cuyo final es la perdición, cuyo Dios es el vientre, y cuya gloria está en su vergüenza, que no piensan más que en las cosas de la tierra.
20Pero nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo, 21el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene de someter a sí todas las cosas.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

TENER FE, ES HACER LO QUE HACÍA JESUCRISTO

El OTRO

Nunca estamos solos.  Ese otro que camina contigo es Dios. 

Ese que te molesta, te impacienta, te cambia los planes y te altera la vida, es Dios.

Ese otro te sirve para medirte, para tratar de alcanzar al que va delante, ayudar al que va a tu lado y esperar al que va detrás.

El otro es una "piedra dura", de contacto con Dios.  Un puente donde pasas entregando, no recibiendo; donde vas abriendo el paso, no cerrando camino.

Con ese otro te estás jugando la salvación todos los días.  No te salvan el conocimiento, los rosarios, las novenas, los círculos de estudio.  Te salva el otro cuando sufre, cuando se le desangra el alma, cuando no puede levantarse, cuando está a punto de que se le caiga la cruz, cuando necesita pan, amor, compañía y una palabrita de calor humano.  Por ese otro, entras tú al intrincado mundo de las almas.

Él te abre la puerta para la virtud, te da el chance para la generosidad, la compresión y la acción redentora.  Parece enviado para ponerte a mano el gran cometido de la salvación.

Ese que va incrustado a tu vida como una quilla espinosa, es Dios.

Ese te está llenando de méritos y riqueza, te está llenando la maleta con la que vas a hacer el viaje y te está poniendo la escalera para que puedas subir. 

Ese "Dios-hombre" es la agujita que con sus pinchacitos dolorosos está bordando la tela de tu vida para que ganes el reino.

Ese Dios que tú quisieras sacudirte es el broche precioso de tu eternidad. 

Ese hombre con el que te enfrentas todos los días es el Dios invisible que viene a visitarte. Es la llave que te va a abrir las puertas del cielo cuando llegues a tocar, desesperado por entrar en él.

Ese hombre visible es un dios invisible, que te puede servir mucho.

Ese que te amarga la vida es tu pulimento, tu sentido cristiano de la vida.

Ese que te desespera es tu chance de paciencia.

Ese que te duele es tu instrumento de perdón.

Ese que quisieras ver lejos, es el tornillo, la tuerca, el relleno con el que tú vas hilvanando las cosas de cada día.  Son ensartes pequeñitos que van llenando tu pared y tus muros de enredaderas florecidas.

Con ese "Dios-hombre" que llevas al lado, lloras, sufres, ríes y palpitas con la vida.

No excluyas a nadie:  todos, en el fondo, nos parecemos.  Trata como quisieras ser tratado.  Abre tu corazón a todo el mundo, porque en el fondo, lo importante es que Dios te está dando oportunidades y te está abriendo el suyo.

A veces, el que menos piensas te da una lección, un ejemplo, un testimonio.  A veces, el que menos piensas, el que quisieras fulminar, te está fermentando la masa que va a ser pan de tu eucaristía.

Esos que tú desaparecerías son tus herramientas, tus utensilios de trabajo, tu medio de llegar a ser lo que Dios quiere que seas.

Esos que tanto te alteran no son basura:  entran para estructurar tu vida y  hacer el edificio.

Ese que se te hace irresistible, es quizás un indispensable para ti.

No lleves la vida como esa locura que apenas te deja percibir a los demás.  No des pizquitas, sobrantes, migajas.

Mide cuánto está ausente Cristo de tu vida diaria… y sabrás la distancia que te falta para sentirte realmente feliz.

Mira bien y verás que lo que tú derrochas, otros no encuentran dónde ganarlo; lo que tú desprecias es la ambición de muchos; lo que tú desperdicias es lo que otro está anhelando tener; lo que tú empleas en vanidades y gustos es lo que otro está esperando como necesidad urgente de vida.

Ese vivir a la ligera, provoca muchas veces los vacíos, las inutilidades, los hastíos y los desasosiegos que a cada rato nos asaltan.

Esa amiga que se te prende una hora en el teléfono contándote calamidades, es Dios.  Esa que vive en crítica constante, es Dios.  Esa, que el llanto casi no la deja hablar contigo, es Dios.  Esa que te pide favores a cada rato, es Dios.

Es Dios que te pasa por delante y no le ves, que te da un toque y tú te lo sacudes, que te tenía preparado un premio y tú le desairas, y le dejas con las manos extendidas hacia ti, siempre esperando.

La tarea con los semejantes es muchas veces la más dura, la más desesperante y la más ingrata.  Pero nadie está exento de ella.  Sería como dejar tu vida con el vacío de Dios, ¡como si sacaras a Cristo de tu corazón!

Tu escala de perfección está en el otro.  La computadora de tu rendimiento está en el otro.  El secreto de tu virtud está en el otro.  El lugar donde Dios se te presenta es en el otro.

Llena el tren donde te toque partir, y cuando llegues al Señor puedas decirle:  "No traigo nada sorprendente, lo que me embargó la vida fue prender en el corazón de todos ellos la rosas que me diste.  Lo que me embargó la vida fue tirar las semillas que me regalaste, y como nunca salieron de tu tronco, todas florecieron.  Lo que me embargó la vida no fue lo duro de vivirla, ¡sino ponerme a desandar dentro de Ti!"

Ese otro no es el problema, la prueba, el infierno.  Es mas bien el equipaje, el puente y el cielo.

Porque el amor es andar con otro… ¡Y el otro, siempre es Dios!

De un correo recibido ¿Grace Fdez?
Juan 15,12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. 13Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. 14Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. 16No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. 17 Esto os mando: Que os améis unos a otros.

Transfigúrame,
Señor, transfigúrame.
Quiero ser tu vidriera,
tu alta vidriera azul, morada y amarilla.
Quiero ser mi figura, sí, mi historia,
pero de ti en tu gloria traspasado. .

Transfigúrame,
Señor, transfigúrame. .

Mas no a mí solo,
purifica también a todos los hijos de tu Padre
que te rezan conmigo o te rezaron,
o que acaso ni una madre tuvieron
que les guiara a balbucir el Padrenuestro.

Transfigúranos,
Señor, transfigúranos. .

Si acaso no te saben, o te dudan
o te blasfeman, límpiales el rostro
como a ti la Verónica;
descórreles las densas cataratas de sus ojos,
que te vean, Señor, como te veo. .

Transfigúralos,
Señor, transfigúralos. .

Que todos puedan, en la misma nube
que a ti te envuelve, despojarse del mal y revestirse
de su figura vieja y en ti transfigurada.
Y a mí, con todos ellos, transfigúrame. .

Transfigúranos,
Señor, transfigúranos. .

No preguntes por qué
«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. 
	Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.» 
	Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.» 
	Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. 
TENGO SED, SED DE QUE ME AMES.
TENGO SED. SED DE QUE ME RECONOZCAS EN EL POBRE, EN EL NECESITADO.
TENGO SED. SED DE QUE NOTES MI MANO EN LA DEL QUE NO TIENE ESPERANZA, EN EL HUMILLADO;
     MI BENDICIÓN EN LA BOCA DEL POBRE; 
     MI FAZ EN EL SIN TECHO, EN EL ENFERMO, EN EL MORIBUNDO;
«TENGO SED DE QUE ME DES A CONOCER, 
SÉ MI LUZ».

Imagen original de la web "El trabajo de Dios"
Cuando el dolor te oprime
y el consuelo se aleja
y del fondo del alma
se levanta una queja,
no la exhalen tus labios,
no la pronuncies, ¡deja!

Deja que Dios se oculte
y deja que te oprima.
Deja que en el lagar
toda tu sangre exprima.
No preguntes por qué;
pero al que Dios se arrima
para seguir sus huellas
guiado por la fe,
le punzarán abrojos
donde ponga su pie.
Pero tú no vaciles
ni preguntes por qué.

Deja que te golpeen
y que aren en tu espalda,
y que tus sienes ciñan
con punzantes guirnalda
de espinas y de cardos,
en lugar de esmeralda:

Desde la coronilla
no había, hasta sus pies,
ninguna parte sana.
No preguntes. Ya ves
que es esposo de sangre
y síguele a través
de las noches oscuras,
del cansancio, el calor,
el olvido de todos.
Síguele y no preguntes:
son dones de su amor.
María Pilar de Ibarra


Índice de REZA EL SANTO ROSARIO*