Los mandamientos de la Ley de Dios

  1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
  2. No tomarás el nombre de Dios en vano.
  3. Santificarás las fiestas.
  4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
  5. No matarás.
  6. No cometerás actos impuros.
  7. No hurtarás.
  8. No dirás falsos testimonios ni mentiras.
  9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
  10. No codiciarás los bienes ajenos.

Estos diez Mandamientos se encierran en dos: amarás a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo.

Preceptos generales de la Iglesia:

  1. Oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar.
  2. Confesar los pecados mortales al menos una vez al año y en peligro de muerte y si se ha de comulgar.
  3. Comulgar en Pascua florida.
  4. Ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia.
  5. Ayudar a la Iglesia en sus necesidades.

Confesión general o «Yo pecador»
Suele rezarse antes de la Confesión. El Ritual Romano da facultad para abreviarlo.
Yo, pecador, me confieso a Dios todopoderoso, y a la bienaventurada siempre Virgen María, al bienaventurado San Miguel Arcángel, al bienaventurado San Juan Bautista, a los santos apóstoles San Pedro y San Pablo, a todos los Santos, y a vos, Padre, que pequé gravemente con el pensamiento, palabra y obra, por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa.
Por tanto, ruego a la bienaventurada siempre Virgen María, al bienaventurado San Miguel Arcángel, al bienaventurado San Juan Bautista, a los santos Apóstoles San Pedro y San Pablo, a todos los Santos y a vos, Padre, que roguéis por mí a Dios nuestro Señor.

Fórmula abreviada:

Me confieso pecador delante de Dios, y reconozco que he pecado por mi culpa. Por tanto, ruego a la Virgen María y a todos los Santos del Cielo que intercedan por mí a Dios nuestro Señor. Amén.

Acto de contrición
Conviene rezarlo siempre que se ha cometido algún pecado, y particularmente en caso de algún accidente o muerte repentina o sea cuando el cristiano no tiene posibilidad de confesarse; y puede abrir las puertas del Cielo al pecador. Siempre ha de ser con la intención de confesarse cuando se pueda.
¡Señor mío Jesucristo!, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido, y también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca mas pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Amén.

Ofrecimiento de sí mismo.

Tomad, Señor, toda mi libertad; recibid mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad. Todo cuanto tengo y poseo, Vos me lo disteis; a Vos lo devuelvo todo, sometiéndome enteramente a vuestra voluntad para que ella me gobierne.
Dadme solamente vuestro amor, junto con vuestra gracia, y seré bastante rico; ni deseo otra cosa alguna.

Renovación de las promesas del Bautismo

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Señor Dios, uno y trino, Criador, Padre y Salvador mío, confiado en los méritos de la Sangre de Jesús y en la intercesión de mi querida Madre, la Santísima Virgen María, y uniéndome en espíritu a todos los Ángeles del Cielo, yo, nombre, vengo a renovar las promesas que por mí hicieron mis padrinos en el día de mi Bautismo. Y así, con plena deliberación y con perfecta determinación de mi voluntad, digo que quiero ser cristiano y acepto los compromisos que en aquel día contraje. Y, por tanto:
Renuncio a Satanás, a todas sus pompas y obras que puedan apartarme del verdadero camino de mi salvación;
Renuncio a los placeres ilícitos y a las máximas del mundo, tan contrarias al espíritu de Cristo Jesús;
Renuncio al pecado y a todo lo que, directa o indirectamente, pueda conducirme al mismo.
Prometo seguir a Jesucristo y su santa doctrina;
Prometo santificar los días de fiesta y recibir con frecuencia los santos sacramentos.
Prometo guardar todos los Mandamientos de Dios y de la Iglesia, fundada por el mismo Jesucristo.
Prometo portarme, siempre y en todas partes, como buen cristiano, sin respetos humanos ni claudicaciones de ninguna clase.
Prometo apartarme de todo espectáculo y diversión mala o peligrosa, de toda lectura inmoral o impía, de toda moda poco conforme con la modestia cristiana.
Y Vos, Dios mío, concededme los auxilios y gracias que necesito para seros fiel hasta la muerte. Amén.
Tres Avemarías al Inmaculado Corazón de María.
Corazón de Jesús, en Vos confío.
Dulce Corazón de María, sed la salvación mía.

Confesión sacramental:
Para antes del examen
¡Espíritu Santo, consolador y fuente de toda luz!
alumbra mi entendimiento y aviva mi memoria con tu gracia divina, para que recuerde todos mis pecados y conozca su gravedad y malicia, como los conoceré cuando me vea delante de la divina Majestad para ser juzgado. Haz, ¡oh Señor!, que los aborrezca, deteste, y llore con amargura y dolor, para arrojarlos de mi alma por medio de una sincera y dolorosa confesión. Así te lo pido, ¡oh Dios mío!, por los méritos de mi Señor Jesucristo, por la intercesión poderosa de la Virgen Santísima y la de todos los Ángeles y Santos. Amén.
Ven, ¡oh Santo Espíritu!, llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y serán creados.
Y renovarás la faz de la tierra.
Oremos. –¡Oh Dios, que iluminaste los corazones de los fieles con la ilustración del Espíritu Santo!; danos a conocer lo que es recto según el mismo Santo Espíritu, y gozar siempre de su consolación. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Dolor de los pecados:
Oh Señor mío y Dios mío, Dios santo, Dios justo que aborreces todo pecado: yo pecador avergonzado con las manchas de mis delitos me presento ante ti humildemente a pedirte perdón de mis faltas, y que por medio de la confesión te dignes lavarme con la sangre de tu Hijo que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
Oh Señor mío y Dios mío, justo juez de las iniquidades y conductas de los hombres, que castigas en esta vida o en la otra todo pecado: yo pecador que he merecido el infierno y el castigo por mis culpas, me presento humildemente ante tu divina misericordia a pedirte que me des absolución de mis pecados y me los perdones por los tormentos, pasión y muerte que te ofreció por mi tu Hijo Santísimo que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
Oraciones para después de la confesión
Señor Dios mío que te ofendes con el pecado y te aplacas con la penitencia, atiende propicio las oraciones de mi corazón arrepentido y aparta ya de mí los castigos de tu ira que había merecido. Por mi Señor Jesucristo. Amén.
Señor Dios mío que a ninguno rechazas, sino que aunque haya pecado te aplacas por su penitencia con piadosa misericordia; atiende propicio a los ruegos de nuestra humildad e ilumina nuestros corazones para que podamos cumplir tus mandamientos.
Señor Dios mío que justificas al impío y no quieres la muerte del pecador, invocamos, suplicantes tu divina majestad para que así como tus siervos confiamos en tu misericordia, así nos protejas benigno con tu auxilio y nos conserves con tu asidua protección; para que continuamente te sirvamos y por ningunas tentaciones nos separemos de ti. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.