Has hecho de nosotros Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Había sobre la cruz un letrero en griego, latín y hebreo, que decía:«Éste es el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús diciéndole:«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». 
Pero el otro le reclamaba:«¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos, pero éste ningún mal ha hecho». 
Y añadió: «Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino».
Jesús le respondió:«Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso».
Cántico HIMNO A DIOS CREADOR Ap. 4, 11; 5,9-10. 12

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Has hecho de nosotros Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
De la Homilía del beato Juan Pablo II, papa, en el inicio de su pontificado (22 de octubre 1978: AAS 70 [1978] 945-947)
Lectura para la memoria de nuestro querido Juan Pablo II

¡No tengáis miedo! ¡Abrid las puertas a Cristo!

¡Pedro vino a Roma! ¿Qué fue lo que le guió y condujo a esta Urbe, corazón del Imperio Romano, sino la obediencia a la inspiración recibida del Señor? Es posible que este pescador de Galilea no hubiera querido venir hasta aquí; que hubiera preferido quedarse allá, a orillas del Lago de Genesaret, con su barca, con sus redes. Pero guiado por el Señor, obediente a su inspiración, llegó hasta aquí.
Según una antigua tradición durante la persecución de Nerón, Pedro quería abandonar Roma. Pero el Señor intervino, le salió al encuentro. Pedro se dirigió a El preguntándole: «Quo vadis, Domine?: ¿Dónde vas, Señor?». Y el Señor le respondió enseguida: «Voy a Roma para ser crucificado por segunda vez». Pedro volvió a Roma y permaneció aquí hasta su crucifixión.
Nuestro tiempo nos invita, nos impulsa y nos obliga a mirar al Señor y a sumergirnos en una meditación humilde y devota sobre el misterio de la suprema potestad del mismo Cristo.
El que nació de María Virgen, el Hijo del carpintero – como se le consideraba –, el Hijo del Dios vivo, como confesó Pedro, vino para hacer de todos nosotros «un reino de sacerdotes».
El Concilio Vaticano II nos ha recordado el misterio de esta potestad y el hecho de que la misión de Cristo –Sacerdote, Profeta-Maestro, Rey– continúa en la Iglesia. Todos, todo el Pueblo de Dios participa de esta triple misión. Y quizás en el pasado se colocaba sobre la cabeza del Papa la tiara, esa triple corona, para expresar, por medio de tal símbolo, el designio del Señor sobre su Iglesia, es decir, que todo el orden jerárquico de la Iglesia de Cristo, toda su "sagrada potestad" ejercitada en ella no es otra cosa que el servicio, servicio que tiene un objetivo único: que todo el Pueblo de Dios participe en esta triple misión de Cristo y permanezca siempre bajo la potestad del Señor, la cual tiene su origen no en los poderes de este mundo, sino en el Padre celestial y en el misterio de la cruz y de la resurrección.
La potestad absoluta y también dulce y suave del Señor responde a lo más profundo del hombre, a sus más elevadas aspiraciones de la inteligencia, de la voluntad y del corazón. Esta potestad no habla con un lenguaje de fuerza, sino que se expresa en la caridad y en la verdad.
El nuevo Sucesor de Pedro en la Sede de Roma eleva hoy una oración fervorosa, humilde y confiada: ¡Oh Cristo! ¡Haz que yo me convierta en servidor, y lo sea, de tu única potestad! ¡Servidor de tu dulce potestad! ¡Servidor de tu potestad que no conoce ocaso! ¡Haz que yo sea un siervo! Más aún, siervo de tus siervos.
Querido Juan Pablo II ¡Hermanos y hermanas! ¡No tengáis miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad!
¡Ayudad al Papa y a todos los que quieren servir a Cristo y, con la potestad de Cristo, servir al hombre y a la humanidad entera!
¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo! Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo.
¡No tengáis miedo! Cristo conoce «lo que hay dentro del hombre». ¡Sólo Él lo conoce!
Con frecuencia el hombre actual no sabe lo que lleva dentro, en lo profundo de su ánimo, de su corazón. Muchas veces se siente inseguro sobre el sentido de su vida en este mundo. Se siente invadido por la duda que se transforma en desesperación. Permitid, pues, – os lo ruego, os lo imploro con humildad y con confianza – permitid que Cristo hable al hombre.
¡Sólo El tiene palabras de vida, sí, de vida eterna!

Procedencia: Vida Sacerdotal - Información para sacerdotes www.vidasacerdotal.org

Hora intermedia: Martes II
Tercia
LECTURA BREVE ICo 12, 4-6
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
 
V/. La salvación está ya cerca de los fieles del Señor.
R/. Y la gloria habitará en nuestra tierra.

Oración
Dios todopoderoso y eterno, que a la hora de tercia enviaste tu Espíritu Defensor a los apóstoles, derrama también sobre nosotros este Espíritu de amor, para que, ante los hombres, demos siempre fiel testimonio de aquel amor que has querido que fuera el distintivo de los discípulos de tu Hijo. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Sexta
I Co 12, 12-13
Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
 
V/.Padre santo, guárdanos en tu nombre.
R/.Para que seamos completamente uno.
 
Oración
Oh Dios, que revelaste a Pedro tu plan de salvar a todas las naciones, danos tu gracia, para que todas nuestras acciones sean agradables a tus ojos y útiles a tu designio de amor y salvación universal. Por Jesucristo, nuestro Señor.
 
Nona
I Co 12, 24b. 25-26
Dios organizó los miembros del cuerpo de modo que no haya divisiones en el cuerpo, porque todos los miembros por igual se preocupan unos de otros. Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un miembro es honrado, todos se felicitan.
 
V/.Señor, Dios nuestro, reúnenos de entre los gentiles.
R/.Daremos gracias a tu santo nombre.

Oración
Oh Dios, que enviaste un ángel al centurión Cornelio, para que le revelara el camino de la salvación, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en la salvación de los hombres, para que, junto con todos nuestros hermanos, incorporados a tu Iglesia, podamos llegar a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.



¡Gracias santo Padre emérito Benedicto!

¡Bienvenido Papa Francisco!


"Si no confesamos a Jesucristo, la cosa no va"


¡Gracias Papa Benedicto!
san Juan 13,12 Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? 13 Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy. 14Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. 15Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.
16Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía. 17 Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican.

Sin Cristo, sin la Cruz de Cristo que nos ha redimido, salvado y hecho hijos de Dios, la cosa no va, no hay pesca.
Papa Francisco, parte de su homilía 14/3/2013
"cuando caminamos sin la Cruz, cuando edificamos sin la Cruz y cuando confesamos a un Cristo sin Cruz, no somos discípulos del Señor, somos mundanos: somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor".
"Quisiera que todos, luego de estos días de gracia, tengamos el coraje de caminar en presencia del Señor, con la Cruz del Señor, de edificar a la Iglesia sobre la sangre del Señor, que está sobre la Cruz, y de confesar la única gloria, Cristo crucificado. Y así la Iglesia irá adelante", subrayó.
.......... "el Espíritu Santo, la oración de la Virgen, nuestra Madre, nos conceda esta gracia: caminar, edificar, confesar a Jesucristo crucificado. Así sea". (Enviado por e-mail)
"Si no confesamos a Jesucristo, la cosa no va"

Índice de REZA EL SANTO ROSARIO*