Santísima Trinidad




  • Misa:
  • Lecturas del "Oficio de Lectura"


    Misa Santísima Trinidad para el ciclo A



    Antífona de Entrada
    Bendito sea Dios Padre, y su Hijo Unigénito, y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros.

    Oración Colecta
    Oremos:
    Dios, Padre todopoderoso, que has enviado al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación para revelar a los humanos tu admirable misterio; concédenos profesar la fe verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su unidad todopoderosa.
    Por nuestro Señor Jesucristo.…
    R. Amén.

    Primera Lectura: Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso

    Lectura del libro del Éxodo 34, 4b-6.8-9

    En aquellos días, Moisés subió de madrugada a la montaña del Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra. El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó ante él proclamando:
    «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad».
    Moisés al momento se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo:
    «Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque éste es un pueblo de cabeza dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya».

    Palabra de Dios.
    R. Te alabamos, Señor.

    Salmo Responsorial
    Daniel 3

    A ti gloria y alabanza por los siglos.

    Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, a ti gloria y alabanza por los siglos. Bendito tu nombre santo y glorioso; a él gloria y alabanza por los siglos.
    A ti gloria y alabanza por los siglos.

    Bendito eres en el templo de tu santa gloria. Bendito eres sobre el trono de tu reino. Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines, sondeas los abismos. Bendito eres en la bóveda del cielo.
    A ti gloria y alabanza por los siglos.

    Segunda Lectura: La gracia de Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo

    Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios
    13, 11-13

    Hermanos: Alégrense, trabajen por su perfección, anímense, tengan un mismo sentir y vivan en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes. Salúdense mutuamente con el beso santo.
    Los saludan todos los fieles.
    La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con ustedes.

    Palabra de Dios.
    R. Te alabamos, Señor.

    Aclamación antes del Evangelio
    Aleluya, aleluya.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Al Dios que es, que era y que vendrá.
    Aleluya.

    Evangelio: Dios mandó a su Hijo al mundo, para que se salve por él

    † Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 16-18

    R. Gloria a ti, Señor.

    «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
    El que cree en él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el Hijo único de Dios».

    Palabra del Señor.
    R. Gloria a ti, Señor Jesús.

    Oración de los Fieles
    Celebrante:
    Oremos, hermanos y hermanas, a Dios, Padre entrañable, que por Jesucristo nos ha revelado su amor y que escucha complacido los gemidos inefables con que el Espíritu intercede por nosotros:

    (Respondemos:
    Te rogamos, Señor, óyenos. )

    Para que Dios Padre, creador todopoderoso del universo, lleve el mundo a su plenitud y haga nacer aquel cielo nuevo y aquella tierra nueva que nos ha prometido, en la que la humanidad entera encontrará la felicidad y podrá contemplar su rostro glorioso, roguemos al Señor.
    Te rogamos, Señor, óyenos.

    Para que el Hijo Unigénito de Dios, que se hizo hombre para desposarse con la Iglesia, infunda en ella un amor semejante al suyo, como corresponde a su condición de esposa amada, roguemos al Señor.
    Te rogamos, Señor, óyenos.

    Para que el Espíritu del Señor, que enriquece al mundo con sus dones, sea padre para los pobres, consuelo para los tristes, salud para los enfermos y fuerza para los decaídos, roguemos al Señor.
    Te rogamos, Señor, óyenos.

    Para que los que conocemos el misterio de la vida íntima de Dios, uno en tres Personas, tengamos celo para anunciarlo a quienes lo desconocen, a fin de que también ellos encuentren gozo y descanso en Dios, que se nos ha revelado como Padre, Hijo y Espíritu Santo, roguemos al Señor.
    Te rogamos, Señor, óyenos.

    Celebrante:
    Padre fiel y misericordioso, que enviaste al mundo a tu Hijo Unigénito y quisiste que tu Espíritu fuera para nosotros principio de vida, constructor de unidad y fuente de amor; escucha nuestras oraciones, fortalece nuestra fe e inspíranos sentimientos de paz y esperanza para que, reunidos en la comunión de tu Iglesia, bendigamos siempre tu nombre glorioso y santo.
    Por Jesucristo, nuestro Señor.
    R. Amén.

    Oración sobre las Ofrendas
    Por la invocación de tu santo nombre, Señor, santifica estos dones que te presentamos y transfórmanos por ellos en ofrenda perenne a tu gloria.
    Por Jesucristo, nuestro Señor.
    R. Amén.

    Prefacio: El misterio de la Santísima Trinidad

    V. El Señor esté con ustedes.
    R. Y con tu espíritu.

    V. Levantemos el corazón.
    R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

    V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
    R. Es justo y necesario.

    En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
    Que con tu único Hijo y el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor; no una sola Persona, sino tres Personas en una sola naturaleza. Y lo que creemos de tu gloria, porque tú lo revelaste, lo afirmamos también de tu Hijo, y también del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción.
    De modo que, al proclamar nuestra fe en la verdadera y eterna divinidad, adoramos tres Personas distintas, de única naturaleza e iguales en su dignidad.
    A quien alaban los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales, que no cesan de aclamarte con una sola voz:
    Santo, Santo, Santo…

    Antífona de Comunión
    Como son hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Padre! .

    Oración después de la Comunión
    Oremos:
    Al confesar nuestra fe en la Trinidad santa y eterna y en su unidad indivisible, concédenos, Señor y Dios nuestro, encontrar la salud del alma y del cuerpo en el sacramento que hemos recibido.
    Por Jesucristo, nuestro Señor.
    R. Amén.

    15/6/2014---11/6/2017--


    Misa Santísima Trinidad para el ciclo B

    Santísima Trinidad (B)



    Antífona de entrada
    Bendito sea Dios Padre, y su Hijo Unigénito, y el Espíritu Santo, porque nos ha mostrado un amor inmenso.
    Se dice «Gloria».


    Oración Colecta
    Oremos:
    Dios, Padre todopoderoso, que al enviar al mundo el Verbo de la verdad y el Espíritu de la santidad revelaste a los seres humanos tu admirable misterio; concédenos profesar la fe verdadera, reconocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar la unidad de su majestad omnipotente.
    Por nuestro Señor Jesucristo…
    R. Amén.

    Primera Lectura: El Señor es el Dios del cielo y de la tierra, y no hay otro
    Lectura del libro del Deuteronomio 4, 32-34.39-40

    En aquellos días, habló Moisés al pueblo y le dijo:
    «Pregunta a los tiempos pasados, investiga desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra. ¿Hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, una cosa tan grande como ésta? ¿Se oyó algo semejante? ¿Qué pueblo ha oído, sin perecer, que Dios le hable desde el fuego, como tú lo has oído? ¿Hubo algún dios que haya ido a buscarse un pueblo en medio de otro pueblo, a fuerza de pruebas, de milagros y de guerras, con mano fuerte y brazo poderoso? ¿Hubo acaso hechos tan grandes como los que, ante sus propios ojos, hizo por ustedes en Egipto el Señor su Dios?
    Reconoce, pues, y graba hoy en tu corazón que el Señor es el Dios del cielo y de la tierra y que no hay otro. Cumple sus leyes y mandamientos, que yo te prescribo hoy, para que sean felices tú y tu descendencia, y para que vivas muchos años en la tierra que el Señor tu Dios te da para siempre».

    Palabra de Dios.
    R. Te alabamos, Señor.

    Salmo Responsorial
    Del salmo 32

    Dichoso el pueblo escogido por Dios.

    Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades.
    Dichoso el pueblo escogido por Dios.

    La palabra del Señor hizo los cielos y su aliento, los astros; pues el Señor habló y fue hecho todo; lo mandó con su voz y surgió el orbe.
    Dichoso el pueblo escogido por Dios.

    Cuida el Señor de aquéllos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida.
    Dichoso el pueblo escogido por Dios.

    En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo.
    Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti, Señor, hemos confiado.
    Dichoso el pueblo escogido por Dios.

    Segunda Lectura: Ustedes han recibido un espíritu de hijos en virtud del cual podemos llamar Padre a Dios
    Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 14-17

    Hermanos: Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. No han recibido ustedes un espíritu de esclavos, que los haga temer de nuevo, sino un espíritu de hijos, en virtud del cual podemos llamar Padre a Dios.
    El mismo Espíritu Santo, a una con nuestro propio espíritu, da testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos de Dios y coherederos con Cristo, puesto que sufrimos con él para ser glorificados junto con él.

    Palabra de Dios.
    R. Te alabamos, Señor.

    Aclamación antes del Evangelio
    Aleluya, aleluya.
    Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Al Dios que es, que era y que vendrá.
    Aleluya.

    Evangelio: Bauticen a las naciones en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

    † Lectura del santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20

    R. Gloria a ti, Señor.

    En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban. Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo:
    «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo».

    Palabra del Señor.
    R. Gloria a ti, Señor Jesús.

    Se dice «Credo».


    Oración de los Fieles
    Celebrante: Oremos, hermanos y hermanas, a Dios, Padre entrañable que por Jesucristo nos ha revelado su amor, y que escucha complacido los gemidos inefables con que el Espíritu intercede por nosotros:
    Respondemos: Te rogamos, Señor, óyenos.

    Para que Dios Padre, Creador todopoderoso del universo, lleve al mundo a su plenitud y haga nacer aquel cielo nuevo y aquella tierra nueva que nos ha prometido, en la que la humanidad entera encontrará la felicidad y podrá contemplar su rostro glorioso, roguemos al Señor.
    Te rogamos, Señor, óyenos.

    Para que el Hijo Unigénito de Dios, que se hizo hombre para desposarse con la Iglesia, infunda en ella un amor semejante al suyo, como corresponde a su condición de esposa amada, roguemos al Señor.
    Te rogamos, Señor, óyenos.

    Para que el Espíritu del Señor, que enriquece al mundo con sus dones, sea padre para los pobres, consuelo para los tristes, salud para los enfermos y fuerza para los decaídos, roguemos al Señor.
    Te rogamos, Señor, óyenos.

    Para que los que conocemos el misterio de la vida íntima de Dios, uno en tres Personas, tengamos celo para anunciarlo a quienes lo desconocen, a fin de que también ellos encuentren gozo y descanso en Dios, que se nos ha revelado como Padre, Hijo y Espíritu Santo, roguemos al Señor.
    Te rogamos, Señor, óyenos.

    Celebrante: Dios altísimo, que has querido que en las aguas del bautismo llegáramos a ser hijos en tu Hijo único, escucha; al Espíritu que nos hace clamar: «Padre» y haz que, obedientes al mandato de tu Hijo, seamos anunciadores de la salvación que ofreces a todos los pueblos.
    Por Jesucristo, nuestro Señor.
    R. Amén.

    Liturgia Eucarística



    Oración sobre las Ofrendas
    Por la invocación de tu santo nombre, santifica, Señor, estos dones que te presentamos, y transfórmanos por ellos en ofrenda perenne a tu gloria.
    Por Jesucristo, nuestro Señor.
    R. Amén.

    Prefacio: El misterio de la Santísima Trinidad

    V. El Señor esté con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.

    V. Levantemos el corazón.
    R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

    V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
    R. Es justo y necesario.

    En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
    Que con tu único Hijo y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, un solo Señor: no una sola Persona sino tres Personas en una sola naturaleza.
    Y lo que creemos de tu gloria, porque tú lo revelaste, lo afirmamos también de tu Hijo, y también del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De modo que, al proclamar nuestra fe en la verdadera y eterna divinidad, adoramos a tres Personas distintas, de única naturaleza e iguales en dignidad.
    A quien alaban los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales, que no cesan de aclamarte con una sola voz:
    Santo, Santo, Santo…

    Antífona de la Comunión
    Como son hijos, Dios envió a sus corazones al Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Padre!

    Oración después de la Comunión
    Oremos:
    Al confesar nuestra fe en la Trinidad santa y eterna y en su unidad indivisible, concédenos, Señor y Dios nuestro, encontrar la salud del alma y del cuerpo en el sacramento que hemos recibido.
    Por Jesucristo, nuestro Señor.
    R. Amén.
    ---31/5/2015---27/5/2018-


    Misa Santísima Trinidad para el ciclo C

    Antífona de Entrada
    Bendito sea Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, porque nos ha mostrado un amor inmenso.

    Oración Colecta
    Oremos:
    Dios Padre, que al enviar al mundo al Verbo de verdad y al Espíritu de santidad, revelaste a la humanidad tu misterio admirable; concédenos que al profesar la fe verdadera, reconozcamos la gloria de la eterna Trinidad y adoremos a la unidad de su majestad omnipotente.
    Por nuestro Señor Jesucristo…
    R. Amén.

    Primera Lectura: Antes que existiera la tierra, la sabiduría ya había sido engendrada

    Lectura del libro de los Proverbios 8, 22-31

    Esto dice la sabiduría de Dios:
    «El Señor me poseía desde el principio, antes que sus obras más antiguas. Quedé establecida desde la eternidad, desde el principio, antes de que la tierra existiera. Fui concebida antes de que existieran los abismos y antes de que brotaran los manantiales y los ríos.
    Antes de que las montañas y las colinas quedaran asentadas, nací yo; cuando aún no había hecho el Señor la tierra ni los campos ni el primer polvo del universo. Cuando él afianzaba los cielos, allí estaba yo.
    Cuando ceñía con el horizonte la faz del abismo, cuando colgaba las nubes en lo alto, cuando hacía brotar las fuentes del océano, cuando fijó al mar sus límites y mandó a las aguas que no los traspasaran, yo estaba junto a él como arquitecto de sus obras. Yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo me recreaba en su presencia jugando con el orbe de la tierra, y mi delicia era estar con el género humano».

    Palabra de Dios.
    R. Te alabamos, Señor.

    Salmo Responsorial
    Del salmo 8

    ¡Señor, qué admirable es tu nombre!

    ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra! ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él; el ser humano para darle poder?
    ¡Señor, qué admirable es tu nombre!

    Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad y le diste el mando sobre las obras de tus manos.
    ¡Señor, qué admirable es tu nombre!

    Todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños y ganados, todos juntos, y aún las bestias salvajes; los pájaros del cielo, los peces del mar y todo cuanto surca las sendas del mar.
    ¡Señor, qué admirable es tu nombre!

    Segunda Lectura: Vayamos a Dios por Cristo mediante el amor que nos ha infundido el Espíritu Santo

    Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 5, 1-5

    Hermanos: Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por Cristo hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en el cual nos encontramos; por él podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios.
    Más aún, también nos gloriamos hasta de los sufrimientos; pues sabemos que el sufrimiento engendra la paciencia, la paciencia engendra la virtud sólida, la virtud sólida engendra la esperanza. Y la esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que él mismo nos ha dado.

    Palabra de Dios.
    R. Te alabamos, Señor.

    Aclamación antes del Evangelio
    Aleluya, aleluya.
    Gloria al Padre, gloria al Hijo, y gloria al Espíritu Santo: Al Dios que es, que era y que vendrá.
    Aleluya.

    Evangelio: Todo lo que tiene el Padre es mío. El Espíritu recibirá de mí lo que les vaya comunicando a ustedes

    † Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 12-15

    Gloria a ti, Señor.

    En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
    «Aún tengo muchas cosas qué decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará hasta la verdad plena; porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá lo que haya oído, y les anunciará las cosas que van a suceder. El me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes».

    Palabra del Señor.
    R. Gloria a ti, Señor Jesús.

    Oración de los Fieles
    Celebrante: Oremos, hermanos y hermanas, a Dios, Padre entrañable que por Jesucristo nos ha revelado su amor, y que escucha complacido los gemidos inefables con que el Espíritu intercede por nosotros:

    Respondemos: Te rogamos, Señor, óyenos.

    Para que Dios Padre, Creador todopoderoso del universo, lleve al mundo a su plenitud y haga nacer aquel cielo nuevo y aquella tierra nueva que nos ha prometido, en la que la humanidad entera encontrará la felicidad y podrá contemplar su rostro glorioso, roguemos al Señor.
    Te rogamos, Señor, óyenos.

    Para que el Hijo Unigénito de Dios, que se hizo hombre para desposarse con la Iglesia, infunda en ella un amor semejante al suyo, como corresponde a su condición de esposa amada, roguemos al Señor.
    Te rogamos, Señor, óyenos.

    Para que el Espíritu del Señor, que enriquece al mundo con sus dones, sea padre para los pobres, consuelo para los tristes, salud para los enfermos y fuerza para los decaídos, roguemos al Señor.
    Te rogamos, Señor, óyenos.

    Para que los que conocemos el misterio de la vida íntima de Dios, uno en tres Personas, tengamos celo para anunciarlo a quienes lo desconocen, a fin de que también ellos encuentren gozo y descanso en Dios, que se nos ha revelado como Padre, Hijo y Espíritu Santo, roguemos al Señor.
    Te rogamos, Señor, óyenos.

    Celebrante: Dios altísimo, que has querido que en las aguas del bautismo llegáramos a ser hijos en tu Hijo único, escucha; al Espíritu que nos hace clamar: «Padre» y haz que, obedientes al mandato de tu Hijo, seamos anunciadores de la salvación que ofreces a todos los pueblos.
    Por Jesucristo, nuestro Señor.
    R. Amén.

    Oración sobre las Ofrendas
    Por la invocación de tu nombre santifica, Señor, estos dones que te presentamos y transfórmanos por ellos en una continua ofrenda a ti.
    Por Jesucristo, nuestro Señor.
    R. Amén.

    Prefacio: Dios es uno en tres Personas

    V. El Señor esté con ustedes.
    R. Y con tu espíritu.

    V. Levantemos el corazón.
    R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

    V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
    R. Es justo y necesario.

    En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno; que con tu único Hijo y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, un solo Señor, no en la singularidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola substancia.
    Y lo que creemos de tu gloria, porque tú lo revelaste, eso mismo lo afirmamos de tu Hijo y también del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción.
    De modo que al proclamar nuestra fe en la verdadera y eterna divinidad, adoramos a tres Personas distintas, en la unidad de un solo ser e iguales en su majestad.
    A quien alaban los ángeles y los arcángeles, y todos los coros celestiales, que no cesan de aclamarte con una sola voz:
    Santo, Santo, Santo…

    Antífona de la Comunión
    Porque son hijos de Dios, Dios infundió en los corazones de ustedes el Espíritu de su Hijo, que clama: Padre.

    Oración después de la Comunión
    Oremos:
    Que la recepción de este sacramento y nuestra profesión de fe en la Trinidad santa y eterna, y en su unidad indivisible, nos aprovechen, Señor, Dios nuestro, para la salvación del cuerpo y el alma.
    Por Jesucristo, nuestro Señor.
    R. Amén.

    -26/5/2013---22/5/2016---16/6/2019


    Oficio de Lectura
    Santísima Trinidad
    (Domingo posterior a Pentecostés)
    En este día parece como si la Iglesia Católica quisiera descorrer de algún modo el velo que oculta el misterio de la vida íntima de Dios, no para que comprendamos su grandeza, sino para que quedemos atónitos ante su incomprensible majestad. Dios uno en esencia y trino en personas. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios piensa, y el pensamiento de Dios, infinito y consciente, es la luz, es su imagen, su Verbo, el Hijo engendrado antes del amanecer de las cosas desde toda la eternidad. Pero en el seno de la vida divina hay una actividad elevadísima, una aspiración viviente que se envían el Padre y el Hijo mutuamente, es un Amor coeterno e infinito, que es el Espíritu Santo.
    Pero lo que no puede comprender la razón, lo puede admirar y adorar la humildad y pequeñez de nuestro ser. Y comprendiendo, aunque sólo sea confusamente, lo que le debemos a la Trinidad augusta, que vino ya al encuentro de nuestra alma cuando fuimos hecho cristianos por el santo Bautismo, amémosla, reverenciémosla y sirvámosla con todo lo que de su infinita largueza hemos recibido.

    El Padre es la Palabra, el Hijo el Verbo, el poner por obra la Palabra, mostrar la Verdad de esa Palabra, el Camino, la Verdad y la Vida, el Espíritu es la comunicación del Amor, el canal, el impulso que hace que esa palabra se haga obra. Todos son uno. Dios se encarna en María por medio del Espíritu Santo para que la Palabra se haga obra en su Hijo. Y el Hijo obra conforme le dice el Padre. “Si no creéis en mi, creed en las obras, dice el Señor”.
    ¿Qué hace que el Hijo obre al unísono con el Padre? El Amor.
    Y ¿De qué se trata? Que tú vivifiques esa Palabra. Continúes la obra con el auxilio del Espíritu Santo. Seas hij@ de Dios, no solo con la Palabra, sino con las obras: Hacer lo que hacía Jesucristo, lo que haría Jesucristo en este momento si fueras tú.
    El Padre envío al Hijo no para juzgar el mundo sino para salvarlo. Quiere que todos se salven. Aúna.

    PRIMERA LECTURA

    De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios     2, 1.16
    EL GRAN MISTERIO DEL DESIGNIO DE DIOS
        Cuando vine a vosotros, hermanos, a anunciaros el testimonio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia ni sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté a vosotros débil y temeroso; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
        Sin embargo, hablamos entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo, ni de los príncipes de este siglo, que quedan desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria, que no conoció ninguno de los príncipes de este siglo; pues si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Pero, según está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman.»
        Pero a nosotros nos lo ha revelado por su Espíritu: y el Espíritu todo lo penetra, hasta la profundidad de Dios. En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado, de las cuales también hablamos, no con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino aprendidas del Espíritu, expresando realidades espirituales en términos espirituales.
        El hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él. Y no las puede entender, pues sólo el Espíritu puede juzgarlas. En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo; y a él nadie puede juzgarlo. Porque ¿quién conoció el pensamiento del Señor para instruirle? Pero nosotros poseemos el pensamiento de Cristo.

    Responsorio     Cf. Ef 1, 17. 18; 1Co 2, 12
    R. El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, quiera concedernos el don de sabiduría y de revelación, para que lleguemos al pleno conocimiento de él e, iluminados así los ojos de nuestra mente, * conozcamos cuál es la esperanza a que nos ha llamado y cuáles las riquezas de gloria otorgadas por él como herencia a su pueblo santo.

    V. y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios.

    R. Para que conozcamos cuál es la esperanza a que nos ha llamado y cuáles las riquezas de gloria otorgadas por él como herencia a su pueblo santo.

    SEGUNDA LECTURA

    LUZ, RESPLANDOR Y GRACIA EN LA TRINIDAD Y POR LA TRINIDAD
        Siempre resultará provechoso esforzarse en profundizar el contenido de la antigua tradición, de la doctrina y la fe de la Iglesia católica, tal como el Señor nos la entregó, tal como la predicaron los apóstoles y la conservaron los santos Padres. En ella, efectivamente, está fundamentada la Iglesia, de manera que todo aquel que se aparta de esta fe deja de ser cristiano y ya no merece el nombre de tal.
        Existe, pues, una Trinidad, santa y perfecta, de la cual se afirma que es Dios en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que no tiene mezclado ningún elemento extraño o externo, que no se compone de uno que crea y de otro que es creado, sino que toda ella es creadora, es consistente por naturaleza y su actividad es única. El Padre hace todas las cosas a través del que es su Palabra, en el Espíritu Santo. De esta manera queda a salvo la unidad de la santa Trinidad. Así, en la Iglesia se predica un solo Dios, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. Lo trasciende todo, en cuanto Padre, principio y fuente; lo penetra todo, por su Palabra; lo invade todo, en el Espíritu Santo.
        San Pablo, hablando a los corintios acerca de los dones del Espíritu, lo reduce todo al único Dios Padre, como al origen de todo, con estas palabras: Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
        El Padre es quien da, por mediación de aquel que es su Palabra, lo que el Espíritu distribuye a cada uno. Porque todo lo que es del Padre es también del Hijo; por esto, todo lo que da el Hijo en el Espíritu es realmente don del Padre. De manera semejante, cuando el Espíritu está en nosotros, lo está también la Palabra, de quien recibimos el Espíritu, y en la Palabra está también el Padre, realizándose así aquellas palabras: El Padre y yo vendremos a fijar en él nuestra morada. Porque donde está la luz, allí está también el resplandor; y donde está el resplandor, allí está también su eficiencia y su gracia esplendorosa.
        Es lo que nos enseña el mismo Pablo en su segunda carta a los Corintios, cuando dice: La gracia de Jesucristo el Señor, el amor de Dios y la participación del Espíritu Santo están con todos vosotros. Porque toda gracia o don que se nos da en la Trinidad se nos da por el Padre, a través del Hijo, en el Espíritu Santo. Pues así como la gracia se nos da por el Padre, a través del Hijo, así también no podemos recibir ningún don si no es en el Espíritu Santo, ya que hechos partícipes del mismo poseemos el amor del Padre, la gracia del Hijo y la participación de este Espíritu.

    Responsorio
    R. Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. * Ensalcémoslo con himnos por los siglos.

    V. Bendito sea el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso por los siglos.

    R. Ensalcémoslo con himnos por los siglos.

    Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

    Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
    a ti nuestra alabanza,
    a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

    Postrados ante ti, los ángeles te adoran
    y cantan sin cesar:

    Santo, santo, santo es el Señor,
    Dios del universo;
    llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

    A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
    la multitud de los profetas te enaltece,
    y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

    A ti la Iglesia santa,
    por todos los confines extendida,
    con júbilo te adora y canta tu grandeza:

    Padre, infinitamente santo,
    Hijo eterno, unigénito de Dios,
    santo Espíritu de amor y de consuelo.

    Oh Cristo, Tú eres el Rey de la gloria,
    Tú el Hijo y Palabra del Padre,
    Tú el Rey de toda la creación.

    Tú, para salvar al hombre,
    tomaste la condición de esclavo
    en el seno de una virgen.

    Tú destruiste la muerte
    y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

    Tú vives ahora,
    inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

    Tú vendrás algún día,
    como juez universal.

    Muéstrate, pues, amigo y defensor
    de los hombres que salvaste.

    Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
    con tus santos y elegidos.


    Salva a tu pueblo, Señor,
    y bendice a tu heredad.

    Sé su pastor,
    y guíalos por siempre.

    Día tras día te bendeciremos
    y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

    Dígnate, Señor,
    guardarnos de pecado en este día.

    Ten piedad de nosotros, Señor,
    ten piedad de nosotros.

    Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
    como lo esperamos de ti.

    A ti, Señor, me acojo,
    no quede yo nunca defraudado.


    Oración
    Dios, Padre todopoderoso, que has enviado al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación para revelar a los hombres tu admirable misterio, concédenos profesar la fe verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su Unidad todopoderosa.
    —Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
    R/. Amén.

    Conclusión
    V. El Señor nos bendiga, nos libre de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
    R. Amén.

    Oraciones a la SANTÍSIMA TRINIDAD



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