Historias del Corpus


Hace dos años estuve en la bendición del arzobispo con el Santísimo en el día del Corpus.
Delicadeza de este, intentando que su presencia no molestase a nadie, y para ello le acompañaba el párroco de la iglesia desde cuyas escalinatas recibimos la bendición del Señor.
De ahí, fui por si me encontraba con otra procesión del Corpus que se desarrollaba más en la periferia de la ciudad.
Pero, ya había terminado. Habían bendecido con el Santísimo también allí.
Recé ante su iglesia y me dispuse a marchar.
Pero, el Espíritu vino a mí. Tuve que ejercer de mediador y me impulsó internamente a bendecir.
Aunque no era yo el que bendecía, era el arzobispo con el Santísimo que había emulsionado mi alma con esa imagen y que yo traía a este barrio.
De mí brotaba una bendición, la del arzobispo con el Santísimo.
Por que dueño es el Señor del tiempo y el espacio.
Haz tú lo mismo. Lleva la bendición allá donde vayas. A tu barrio, a tu parroquia, a tu casa, a tu familia..

Hace más años me desplacé para conocer el Corpus de Toledo (el del domingo). Estuve en la santa misa y después en la procesión.
No sabía muy bien donde colocarme para verla.
Me encontré con que estaba en la calle san Pedro mártir.
Tras ciertas dudas me di cuenta de que según los signos ahí debía estar.
Me puse cerca de una sombra que proyectaban unos cables, con mi Biblia y dos estampitas: una del Sagrado Corazón de Jesús y otra del Inmaculado Corazón de María.
Miraba los rostros de los que procesionaban, pero por lo general, parecía difícil que nuestras miradas se pudiesen encontrar.
Entonces, llegó un grupo de jovencitos vestidos de blanco.
Uno de ellos pareció dar la voz de alarma:
Está ahí, –dijo-, y volvió la cara a una pared.
Miré al resto.
Allá donde miraba había unos ojos que se clavaban en mí.
Es un decir, porque sentí ¡tanto amor! que no sé si llegué a poder fijarme en dos pares de ojos.
Tuve que cerrar los míos.
Y la emoción se acrecentó al ver a Cristo crucificado.
Quizás con el sentimiento del amor del Padre a sus hijos que se entregan por amor para la salvación.
Fue el desarme.
Demasiada emoción para un pobre hombre.
Perdóname, Señor, pero ya no puedo con esto, -le debí decir al Señor-.
Así que cogí mis estampitas, las metí en mi Biblia y me fui a una sombra cercana.
Ya no me atreví a mirar a nadie más de frente, más bien de soslayo.
Pero consciente de que había vivido algo muy grande.
Había sido partícipe, con mis limitaciones, del amor del Padre al Hijo/s, y del Hijo/s al Padre.
Me sentí un poco obispo ese día, pues es imagen de Dios Padre.
Comprendí además la Palabra de Dios, aquella que dice en san Marcos 10, 28-31:

En aquel tiempo, Pedro le dijo a Jesús:
«Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte».
Jesús le respondió:
«Yo les aseguro: Quien deje casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá en esta vida cien veces más en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, vida eterna.
Y muchos que ahora son primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

La enseñanza es procurar mirar a los demás con ese amor fraterno. El pan partido es para todos. Comparte.

Con el paso de los años viví otro momento importante:
La ternura con la que Dios ama a sus criaturas, sobre todo a los más desfavorecidos.
Y otras muchas gracias, sobre todo relacionadas con los Sacramentos.
Fruto probablemente de procurar serle fiel y atento a su Palabra, mi disponibilidad para orar en los hospitales, y por defender la Vida, aunque sea sencilla y humildemente, allí donde se mata a no nacidos.



Historias del Corpus del 2013

Rezos al Santísimo

Hora Santa (archivo word para descargar en zip 48,5 Kb)

Misa del Corpus para el ciclo "C"

inicio